Tramo Señalizado. Entrevista al escritor Atilano Sevillano: El largo aliento de la brevedad


El escritor Atilano Sevillano. Foto de Jorge Lázaro


ATILANO SEVILLANO: 

"Prefiero los cien metros, es decir, 

los recorridos cortos, pero 

explosivos"




Hay lectores que prefieren las distancias cortas. Los textos minimalistas repletos de profundidad e intensidad a los que no les hace falta más desarrollo ni más extensión porque dicen todo lo que tienen que decir con muy pocas palabras y con todo el rigor expresivo de lo esencial. Hay lectores que saben que es cierto aquello de que lo breve y bueno, es dos veces bueno, y lo valoran como la novela más reconocida y llena de talento y significado, porque lo interesante no sabe de distancias. Los géneros breves están viviendo unos momentos estupendos, ya que son los adecuados para los tiempos de prisas y estrés que vivimos, para esta época en la que el tiempo es oro y la imagen predomina sobre el resto. Y así existen autores que bordan los terrenos de las cortas distancias (microrrelato, micropoesía, poesía, aforismo, microteatro) y que nos entregan muestras sobresalientes de lo que se puede hacer con escasos elementos, y a veces con muy pocos. Atilano Sevillano (Sayago, Zamora, 1954) es un ejemplo de ello, y lo comprobamos en sus libros que entrega a los lectores con la ilusión del que comienza a escribir, a pesar de tener ya una larga trayectoria, y que se convierten en auténticas joyitas en las que deslumbran su ingenio, su imaginación, su humor e ironía y su gran oficio, logrando sugerir con el silencio –donde se encuentra para muchos la auténtica literatura–, y consiguiendo también aquello que decía Novalis de que un verdadero escritor no es solo aquel que domina el lenguaje, sino el que deja que el lenguaje hable en él. Hoy es una gran oportunidad, sin duda, para conocer un poco más sobre la literatura de lo breve. Una gran literatura.


PREGUNTA. Atilano, eres uno de los más destacados escritores españoles actuales de los géneros breves, o de la brevedad. Has escrito poesía, poesía visual, microrrelato, microteatro, aforismo, textos didácticos, artículos. ¿Por qué son tan importantes las formas breves para ti? ¿Por qué las distancias largas no acaban de lograr el "embrujo" necesario para que te embarques en su escritura?

RESPUESTA. En primer lugar, gracias por tus elogiosas y desmedidas palabras, sin duda inmerecidas. Si se me permite el símil del atletismo: hay atletas que corren los cien metros lisos, otros, ochocientos, mil quinientos o media maratón. Yo prefiero los cien metros, es decir, los recorridos cortos, pero explosivos. Vivimos en unos tiempos en los que la brevedad y el fragmentarismo vienen a ser valores por sí. Y todos, en mayor o en menor medida, somos hijos de nuestra época. Cómo no reconocer el valor de la intensidad y del fogonazo que proporciona la literatura breve o brevísima. Opino como Epicuro: “A quien no contenta lo pequeño, nada le contentará”. Sería bueno también tener en cuenta a Italo Calvino y sus Seis propuesta para el próximo milenio. Soy un gran defensor de la grandeza de lo mínimo. Textos que, aunque parezcan lo contrario, demandan su tiempo de elaboración y digestión. Recetados como comprimidos. Los textos breves suelen acabar completando su historia con la fantasía y los sueños del lector atento. Según el parecer de W. Faulkner. “La finalidad última del escritor es reducir la esencia de la existencia humana a una sola oración”.

PREGUNTA¿Qué es la literatura, Atilano? ¿Cómo nació en ti esta vocación de la lectura y de la creación literaria? ¿Qué autores te marcaron para siempre?

RESPUESTA. Estas preguntas exigen detenimiento en las respuestas, quizá en demasía. Me nacieron en un pueblo de Sayago (Zamora) y en una casa sin libros. A los pocos años la familia se trasladó a Salamanca. Muy próximo ya a los dieciséis o diecisiete años empecé a encerrarme en un juguete que funciona con la cuerda de las palabras. Empecé a leer cuanto caía en mis manos. Si de algo puedo “presumir” es de ser un lector empedernido. La vocación literaria se ha ido desarrollando y acrecentando con los años. La formación a lo largo de los años, el estudio e investigación me han llevado a un cierto conocimiento de la literatura española y universal de los siglos XIX y XX. Ello me ha posibilitado, tras los cursos de doctorado de Filología Hispánica en Barcelona, la realización de la tesis doctoral La poesía de Claudio Rodríguez, y, entre otras muchas cosas, ser uno de los tres coautores del libro de texto Literatura Española y Universal. Bachillerato LOGSE (McGRAW-HIL,1999 y 2003). He empezado a publicar tardíamente, ya en la cuarentena. Nunca he sentido la premura o la emergencia de la publicación. Imposible nombrar a todos los autores que me han ido marcando, pues no puedo estar más de acuerdo con Borges: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído". 

He de citar a diversos poetas como los grandes maestros del haiku (Bashô, Busson, Issa y Shiki), a Whitman, Huidobro, Vallejo, Neruda, los Machado, Pessoa, Pizarnik, Baudelaire, Rimbaud, Rilke, Cernuda, Pavese, Celan, Dickinson, Kavafis, Borges, Paz, Valente, Ángel González, Claudio Rodríguez, Gil de Biedma, Benedetti, entre otros muchos. Novelistas como Dostoievski, Mann, Proust, Kafka, Camus, García Márquez, Torrente Ballester, Vila-Matas, Paul Auster, Murakami... Cuentistas como Chéjov, Poe, Clarín, Kafka, Borges, Cortázar, Cheever, Calvino, Rulfo, Buzzatti, Dinesen, Aldecoa, Pereira, Eloy Tizón y un largo etcétera. Microrrelatistas como Kafka, Borges, Cortázar, Anderson Imbert, Arreola, Monterroso, Aub, Merino, Shua, Iwasaki, Epple, Galeano, Berti, Andrés Neuman o Quim Monzó. Y omito a los dramaturgos y filósofos para no hacer la lista interminable. Resulta que al final, igual que somos lo que comemos, nuestras obras son en gran parte fruto de lo que leemos. Según mi parecer, hay cierta unión entre la vida y la literatura. En ocasiones la literatura sirve para ajustar cuentas con la vida y pasar página. Pero de continuo suele ser más bien fuente de desasosiego. La palabra poética o la literatura sirve también para conjurar el recuerdo. De ahí la omnipresencia de la dimensión temporal. Los grandes temas o motivos universales: la vida, el amor, la muerte, la soledad, el sueño, la memoria y el paso del tiempo sobrevuelan toda la experiencia humana y la creación literaria.

Uno escribe para poner en orden el pensamiento, para intentar entender y entenderse, a través de la pasión por el lenguaje y el amor a la palabra. Porque antes has leído y, con el paso del tiempo, uno necesita o se ve impelido también a escribir. Quizá se escriba por imprudencia. En definitiva, por necesidad.

El haiku es pura intuición, percepción inocente, libre de conceptos abstractos. El haiku es la focalización de las cosas, los olores, los sabores, los colores

PREGUNTA. He citado antes que has escrito poesía. Has publicado hasta ahora tres poemarios: Presencia indebida (Devenir, 1999), Hojas volanderas (Celya, 2008) y Trazos. Haikus y otros poemas breves (Vitruvio, 2020). En los dos últimos poemarios el lector encuentra una buena muestra de haikus. El haiku es otro género que cultivas y que te interesa especialmente. ¿Por qué ha habido un auge increíble de esta brevedad poética tan bella en los últimos tiempos en occidente? ¿Qué es un haiku, Atilano?

RESPUESTA. Muchos poetas optan por el haiku como vehículo de expresión poética, convirtiéndose casi en una moda. Lo que sucede es que la mayoría de los poetas occidentales utilizan el envase o molde del haiku (su estructura métrica que se puede rellenar con cualquier cosa, con cualquier tipo de poesía), pero muy apartados de su esencia. El haiku oriental hay que entenderlo como una experiencia de aliento sagrado. El haiku, como tú bien sabes, supone un gran desafío dada la dificultad cultural e ideológica de los occidentales con respecto a Oriente. Hay que ser ducho en la precisión y hondura de un haiku. Hay que tener presente la influencia de la filosofía del budismo zen y del sistema filosófico y religioso del taoísmo. He intentado, con mayor o menor fortuna, cumplir las tres reglas del haiku clásico o tradicional; el considerado por los nipones como verdadero haiku (en Oriente, en Japón las reglas están hechas para cumplirse no como en Occidente): a) La métrica: 17 sílabas, 5, 7, 5, sin rima; b) referencia a la naturaleza y a la estación o época del año (kigo), y c) el corte o la pausa gramatical (kireji). Los haikus no llevan título. No existe el acento prosódico en japonés ni el singular ni el plural. Prescinde de los signos de puntuación y no se suelen usar las mayúsculas. De gran importancia son: el respetar la sencillez del haiku (sencillo, pero no simple), evitar las figuras retóricas, el subjetivismo, el ego (yo), así como el razonamiento. Se trata de mostrar un momento de asombro, de emoción profunda por la percepción de la naturaleza (aware). El haiku se ocupa de asuntos naturales, no humanos (en ese caso hablaríamos de senryu). El haiku es pura intuición, percepción inocente, libre de conceptos abstractos. El haiku es la focalización de las cosas, los olores, los sabores, los colores (hay que saber percibir por los cinco sentidos). En realidad el término haiku es relativamente reciente, el primer poeta en emplearlo fue Shiki en el siglo XIX. El haiku proviene, para decirlo del modo más sencillo, de unas canciones cortas denominadas tankas.

Rasgos distintivos del microrrelato serían máxima brevedad (desde una o dos líneas a media página, nunca debe superar la página), extrema condensación, lenguaje depurado, tensión narrativa, elipsis, intertextualidad, primacía de la sugerencia y cierta complicidad entre el autor y el lector.


 

El autor en la presentación de Lady Ofelia y otros microrrelatos


PREGUNTA. Volvamos al microrrelato. No es un relato breve, no es una condensación de algo que necesita más desarrollo, no es un aforismo, ni un apunte de diario. El microrrelato es otra cosa. Además de escritor, has impartido e impartes clases de escritura creativa de este género y de poesía y haiku. ¿Cómo explicas a un alumno interesado la diferencia entre microrrelato y el relato corto y los otros géneros breves? Ponnos, por favor, algún microrrelato propio como ejemplo.

RESPUESTA. Cada vez es más frecuente la asociación, como si se trataran de sinónimos, entre cuento y relato. No es de extrañar, teniendo en cuenta que la línea que separa los significados de los verbos “contar” y “relatar” es algo imprecisa. Difícil es también establecer la frontera entre el relato breve y el llamado microrrelato o relato hiperbreve. Las raíces del microrrelato hay que buscarlas en las narraciones breves y brevísimas que nacieron casi al mismo tiempo que la escritura. El término de microrrelato fue utilizado por primera vez por José Emilio Pacheco en 1977, y le dio carta de naturaleza la investigadora Dolores Koch a principios de los ochenta del pasado siglo, y ha sido ampliamente difundido, especialmente en argentina y en España, por David Lagmanovich durante las últimas décadas. No obstante, en algunos países de Latinoamérica se siguen utilizando otras denominaciones como minificción (México) o minicuento (Venezuela, Colombia, Chile). En otras lenguas se utiliza los términos de short-short-history, sudden fiction o flash fiction. El microrrelato puede ser considerado como el último eslabón de la cadena narrativa (el cuarto género narrativo): novela, novela corta, cuento o relato y microrrelato. La naturaleza del microrrelato es obviamente narrativa. Como el relato breve, nunca debe contar todos los detalles de una historia. Rasgos distintivos del microrrelato serían máxima brevedad (desde una o dos líneas a media página, nunca debe superar la página), extrema condensación, lenguaje depurado, tensión narrativa, elipsis, intertextualidad, primacía de la sugerencia y cierta complicidad entre el autor y el lector. Será este último quien imagine lo que falta o la posible continuación de un final abierto. El microrrelato sería como un destello, un fogonazo, el flash de una foto que nos impacta en un momento. El ejemplo de mi cosecha sería este:

SCHEHERZADE

Los cuentos tienen sus falsificaciones. De boca a boca nos ha llegado el rumor de que la joven, bella y astuta Scheherezade no relató mil y un cuentos. Tras narrar doscientos ochenta, lamentó estar falta de inspiración, sólo se le ocurrió un relato hiperbreve.

De De los derroteros de la palabra, CELYA, Salamanca, 2010.

PREGUNTA. Has publicado hasta el momento cuatro libros de microrrelato de gran altura: De los derroteros de la palabra (CELYA, 2010), Lady Ofelia y otros microrrelatos (Amarante, 2013), Al pie de la letra. Microrrelatos de la A a la Z (PiEdiciones, 2017) y Minificciones de diván (PiEdiciones, 2018). Son una muestra perfecta de entretenimiento y reflexión, y además idóneos para aprender sobre este género. En ellos se distingue una mirada sutil e incisiva sobre la realidad y la literatura, pero que no olvida el humor y el juego. El microrrelato dependerá de cada autor en su nivel de gravedad o transcendencia en temas y estilo, pero en ti compruebo una gran preocupación por la levedad y el juego, es decir, que, aunque el tema del que trates resulte duro como la soledad o las crisis económicas, prefieres utilizar siempre el humor para hablar de todo tipo de asuntos, siendo para mí uno de los escritores que mejor trata el humor. ¿Este tiene que estar, en tu opinión, en toda gran obra literaria? ¿Te consideras un escritor humorístico?

RESPUESTA. Bueno, se podría hablar en mi obra de un humor más o menos afable y tolerante, y también de ironía. En el mundo y en la realidad se revela un cierto aire de absurdo, falsedad o caos. Quizá todo provenga de una visión escéptica. Así, el humor y el escepticismo vendrían a ser dos caras de la misma moneda. Lo cómico subyace en toda vivencia humana. El humor o la ironía no es una sistematización intelectualista, es una forma de indagación intuitiva y asistemática, una organización afectiva y personal.

PREGUNTA. Hay otro aspecto que quería preguntarte. En muchos de tus microrrelatos, entre otras cosas, hay una gran presencia de la literatura: hablas de curiosos escritores, de obras peculiares, de bibliotecas, de manías a la hora de escribir, etcétera, en lo que es una reflexión, en definitiva, sobre este arte. ¿Por qué la literatura como tema despierta tanto interés y misterio?

RESPUESTA. Siempre me ha interesado la reflexión sobre el arte, la literatura o sobre el propio hecho de la escritura. Hecho quizá acrecentado tras los estudios de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, cursados en Valladolid. Por otra parte, la vida, la literatura se “dicen” por medio del lenguaje, y este concepto nos lleva al proceso metapoético o metaliterario que no podemos o no debemos eludir.

PREGUNTA. Bueno, la siguiente pregunta es seguro que te la han hecho muchas veces, pero no puedo dejar de formulártela. De entre los géneros breves en los que has escrito, si lo hay, ¿cuál es tu preferido?

RESPUESTA. No es cuestión de preferencias. Ocurre que una idea, una historia te exige o te va llevando a un formato, a un género literario, y no a otro.

Las cualidades exigibles al aforismo vendrían a ser estas: sorpresa, pensamientos, poesía y dicción contenida. Todo aforismo es subjetivo y viene a ser un atajo, el camino más corto entre la poesía y el pensamiento

PREGUNTA. Tus dos últimos libros han sido Esquirlas (Alhulia, 2020) y MicroTEATRO. Piezas (hiper)breves para gente joven (Castilla Ediciones, 2021). El primero es una colección de aforismos. También es un género que posee sus reglas, y no todo puede ser un aforismo. En uno de ellos aseguras: "El aforismo es a la literatura lo que el relámpago a la tormenta". Es un buena muestra para explicar este género, pero también para definir qué es la literatura al fin y al cabo. Todo género literario crea silencio que intenta explicar la realidad, reflejos de una verdad que siempre se nos escapa de los dedos. Pero ¿de todos los géneros, es el aforismo es el que crea mayor silencio?

RESPUESTA. El aforismo es el género propio de la madurez vital, intelectual y expresiva del escritor. Las cualidades exigibles al aforismo vendrían a ser estas: sorpresa, pensamientos, poesía y dicción contenida. Todo aforismo es subjetivo y viene a ser un atajo, el camino más corto entre la poesía y el pensamiento. Todos los géneros breves por su propia naturaleza contienen silencios, y aquello que no se escribe, será el lector el que debe poner algo de su parte para terminarlo.

La docencia me ha enseñado mucho a mí mismo y a la vez me ha permitido aprender de los demás


Portada de MicroTEATRO

 

PREGUNTA. MicroTEATRO. Piezas (hiper)breves para gente joven. Teatro llevado a los jóvenes para que se encaminen en este asunto tan maravilloso que es el teatro. Está muy de moda este género escénico brevísimo. Has impartido muchos años clases de Lengua y Literatura Española en Secundaria, aparte de las citadas ya clases de escritura creativa, ¿qué puede ofrecer el teatro a los jóvenes?

RESPUESTA. El teatro o el microteatro es, entre otras cosas, un recurso didáctico, un recurso educativo que se ha ido incorporando dentro de los currículos educativos de los colegios y centros de enseñanza. El teatro o el microteatro no debe ser un fin, sino un medio, una estrategia pedagógica motivadora, multidisciplinar y transversal. No debe entenderse como una actividad complementaria, no debería limitarse a la representación de final de curso, sino el motivo por el cual invitar a todos los alumnos a participar en un proyecto colaborativo que es de todos, y a través del cual poder desarrollar habilidades y poner en práctica conocimientos. Por microteatro se entiende un teatro cuya extensión no suele superar los cinco o seis folios y cuya representación teatral tampoco superara los diez o quince minutos. Se ha de tener en cuenta que el microteatro no es un teatro menor, sino obras de duración corta. El microteatro caracterizado por su condensación y experimentación es muy potente. Cada palabra, cada gesto está medido. Llega el microteatro y, como se suele decir, llega para quedarse. Por ello optamos por textos teatrales muy breves y de temática actual. El microteatro por su brevedad favorece la atención y concentración del alumno o de cualquier joven, y su actualidad supone un atractivo que provoca la empatía e identificación con los personajes y los asuntos tratados. Y da también la posibilidad de realizar un mayor número de ensayos o realizar diversos ejercicios a partir del texto. No supone un proceso complejo para llevarlo a escena, desde su primera lectura hasta su representación, y ello atrae también más al alumno. El microteatro es una nueva forma de vivir y sentir el teatro. Para ello ya no hace falta telones ni escenarios, lo único que sigue siendo indispensable es el texto, actores que interpreten y público que escuche. El teatro o microteatro ofrece una serie de aportaciones formativas y humanas: a) eleva o refuerza la autoestima de los alumnos o de cualquier joven y ayuda a vencer la timidez, b) fomenta la socialización, la cohesión del grupo y la tolerancia, c) desarrolla la expresión oral (hablar en público) y las habilidades psicomotrices, d) educa los sentimientos y el gusto artístico, e) impulsa la disciplina y el estudio y f) mejora la convivencia.

He de señalar que el cultivo de muchos de los géneros literarios breves, que he ido llevando a cabo, han tenido su germen en la necesidad de encontrar recursos didácticos a la hora de impartir clase, por la necesidad de motivar y por iniciar a los alumnos y jóvenes en la escritura creativa. La docencia me ha enseñado mucho a mí mismo y a la vez me ha permitido aprender de los demás.

Una muestra de poesía visual de Atilano Sevillano



PREGUNTA. No quiero perder la ocasión para que nos hables de poesía visual. Es una poesía algo desconocida para el gran público. Perteneces al colectivo DARt, junto a los poetas y escritores David Acebes y Rafael Marín. ¿En qué se diferencia la poesía visual de la poesía que todos conocemos? ¿Qué persigue?

RESPUESTA. Como bien señalas formo parte del colectivo de poesía visual DARt, que fundamos en 2017 en Valladolid. Quizá lo único que puede definir la poesía visual es la imposibilidad de su definición, de concretar unos términos que la delimiten y la acoten. Ahora bien, “lo poético” ya no se circunscribe exclusivamente al terreno de la palabra. El poema puede prescindir del verso para concentrarse en la materialidad de otros elementos (letras, espacio, tipografía, imágenes) que antes podrían aparecer como elementos secundarios. No es fácil definir la poesía visual. Se puede decir que es una forma experimental de poesía. El término poesía experimental es más amplio que el término visual. En el que se incluye prácticas (y géneros) tan diferentes como la poesía visual, sonora, fonética, digital, el poema objeto, el poema acción etc. La poesía visual forma parte de lo que se ha denominado (desde la década de los sesenta del pasado siglo) como arte conceptual o como poesía concreta. Según Brossa, la poesía visual es aquello que está entre lo visual y lo semántico (concepto). Componentes de la poesía visual serán: el icónico (la imagen) y el verbal. La poesía visual entrelaza los códigos de ambas expresiones en un “comunicado”. La poesía visual no se hace para ser leída o declamada (oída), como la verbal o discursiva, sino que necesita un soporte impreso, dibujado o pintado. Se vale de formas e imágenes que se entremezclan, a veces, con las palabras. La poesía visual, aún siendo literatura, se tiene que abarcar con un golpe de vista como si fuera un cuadro, una escultura o una obra de carácter plástico. La poesía visual, en definitiva, quizás sea el último exponente de la disolución de las fronteras entre géneros y artes que trajo la transmodernidad y que comenzó con el cubismo, el primer ismo de las llamadas vanguardias históricas. Como cualquier expresión artística, está constantemente buscando nuevas fórmulas de manifestación o de expresión. La poesía visual no es tan moderna como se cree. La relación entre imagen y texto no es una invención del siglo XX. Este fenómeno se remonta en la cultura occidental, por lo menos, al año 300 a. de C. con Simmias de Rodas, entre otros, que elaboraban caligramas con los que se dotaba de formas significativas a las palabras. Los caligramas “El hacha”, “Las alas” y "El huevo" tiene que leerse alternativamente, el primer verso y luego el último, el segundo verso y luego el antepenúltimo, hasta terminar en el verso central.

PREGUNTA. Vamos a mirar al futuro, Atilano. ¿Qué proyectos vitales y literarios te esperan? ¿Qué quieres ser cuando seas mayor?

RESPUESTA. Tengo dos libros ya terminados que reposan en los cajones de la mesa de trabajo; uno de aforismos y otro de microteatro. Y también una propuesta de narrativa breve, que espero que se materialice en un tiempo no demasiado largo.

PREGUNTA. Para terminar, Atilano. Tú que eres una persona apasionada por su vocación y por su oficio, y que por eso estás en este espacio de entrevistas que intentan ser cercanas TRAMO SEÑALIZADO. CONVERSACIONES CON PERSONAS APASIONADAS CON SU OFICIO, ¿qué le dirías a alguien que duda en apostar por sus sueños, por lo que realmente es? ¿Vale la pena el esfuerzo? 

RESPUESTA. No hay que cesar en el intento, nunca se debe tirar la toalla. Hay que ser perseverante. Hay que tener lo que ahora algunos se empeñan en llamar resiliencia (fortaleza y resistencia). Sin constancia y con prisas es difícil lograr una obra que merezca la pena. De todas maneras, lo verdaderamente importante es el propio proceso de la escritura, el camino o itinerario y no la meta. Con frecuencia se observa entre los jóvenes la aspiración a ser famosos, a vender muchos ejemplares, y una escasa preocupación por el alimento de la lectura. Soy del parecer de que sin lectura no hay escritura, solo onanismo. Creo que uno consigue pensar mejor por sí mismo cuando ha leído a otros muchos, cuando tiene una idea de lo que otras personas han pensado sobre cualquier asunto, y eso… eso también se puede aplicar a la literatura. La escritura tiene mucho de gozo y también de trabajo o sufrimiento (quizá un dulce sufrimiento). Por supuesto que hay que apostar por los sueños, aunque nos perturben los miedos que merodean. Muy agradecido, Jorge, por esta entrevista.




                         Por Jorge Alonso Curiel



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