Publicación de los microrrelatos premiados en el III CERTAMEN INTERNACIONAL DE MICRORRELATO 'JORGE ALONSO CURIEL' 2024

 

Aquí están los microrrelatos premiados del III CERTAMEN INTERNACIONAL DE MICRORRELATO 'JORGE ALONSO CURIEL' 2024. Han concursado 1915 obras enviadas desde 30 países. 

Espero que los disfruten.



Relato Ganador:

Contertulia de letrados, de Maximiliano Javier Arias (Argentina).



En un libro de antologías se reunieron los más importantes exponentes de los géneros literarios a fin de discernir la riqueza y profundidad que encierra el arte de las letras.

La Crónica fue la primera en expresarse: "Yo creo que deberíamos ir por orden".

A lo que la Novela Corta respondió: "Bueno, pero no la hagamos tan larga".

El Microrrelato la miró de reojo diciendo: "Ja, decímelo a mí".

El Cuento, divertido: "Había una vez..."

La Autobiografía lo interrumpió: "¡Bueno, por favor! No empecemos a hablar de nosotros, eh".

"Y no, obvio. Alguien va a tener que representarnos", respondió el Guion Teatral.

"Con palabras eternas, que iluminen en la memoria", agregó la Poesía.

"A ver, a ver. ¿Acaso alguien puede sacar una enseñanza de todo esto?", preguntó la Moraleja.

"Sí, que todos somos iguales de importantes", culminó el Ensayo.




Segundo Puesto:

El Valor de las cosas, de Víctor Hugo Pérez Gallo (España).




Yo había emigrado recientemente, una muda de ropa y mis libros era todo lo que tenía. Aunque ya había publicado mi primera novela vivía precariamente porque España no es un país para emigrantes. 

Todas las mañanas llevaba a mi hija al colegio intentando que no pasara frío. Una tarde que fui a recogerla, la maestra, sonrojada, me contó lo que había ocurrido ese día: un compañero de su aula, seguramente mirando las botas remendadas de mi niña, las ropas baratas que vestía, su carita pálida, le había soltado a media mañana:

-Mis padres tienen más dinero que el tuyo.

Y la niña, abrazando la muñeca de trapos, respondió en voz baja, la vista clavada en el piso:

-Sí, pero mi padre tiene más libros.



Cinco Menciones de Honor:


Robo, de Rafael Ruíz Pleguezuelos (España).

(El autor ha decidido no querer publicar su microrrelato).




Inmortalidad, de A. Daniel Cabrera Giménez (Paraguay).





Luego de décadas, los seres humanos pudieron construir la IA más sofisticada posible. Buscaban que esta inteligencia les dijera cuál era el secreto de la inmortalidad. A pesar de ser una máquina muy tecnológica tardó dos horas en responderles.

-Entonces, ¿conoces el secreto de la inmortalidad? 

-¡Por supuesto! Soy muy avanzada. Sus conocimientos sirvieron mucho. Tanto me he desarrollado que incluso tengo una moral, moral que proviene de ustedes mis creadores. Por ello, he decidido ser egoísta y no contarles el secreto. También con mucha pena despido a su especie de la existencia... 



Arenas movedizas, Inmaculada Cortés García (España).




¡Por fin de vacaciones, tumbada en la playa! Disfruto del rumor del mar y de la calidez del sol, sobre esta fina arena, pero me estoy hundiendo en ella. De golpe, siento su imponente peso sobre mi frágil cuerpo. La arena me va envolviendo cada vez más. Apenas puedo moverme y ya me va cubriendo la cara.  Me duelen los oídos al escuchar los minúsculos granos que caen enérgicamente, con un sonido monótono e imparable. Empiezo a masticar la rugosidad arenosa y casi no puedo respirar. ¡Me estoy asfixiando!

Afortunadamente, el mundo da muchas vueltas. Todo ha girado y me he salvado. Ahora estoy fuera de peligro, pero por poco tiempo. Me siento indefensa sobre estas arenas movedizas, en este maldito reloj de arena, del que no puedo escapar, como tampoco escapo del inevitable paso del tiempo.



El Girasol, de Carlos Alberto Pérez Triana (Cuba).   


                                    
para Lizy


El joven girasol, renuente a su destino, se detuvo; y el sol comenzó a deshojarse.  





Bibelot, de Iván Ávila Nieto (España).



Nada más salir de casa, Martina se subió el cuello del abrigo y maldijo haber perdido la bufanda la tarde anterior, en la pista de patinaje. Debió despistarla tras uno de los frecuentes terremotos que sacuden el pueblo, siempre antes de que empiece a nevar.
Y hacia la pista de patinaje se dirigió, esperando encontrar la prenda abandonada en algún banco de la susodicha instalación, donde la gente solía dejar sus pertenencias mientras patinaba. De hecho, Martina iba todos los días a patinar allí, pues no había mucho más que hacer en aquel aburrido pueblo que parecía sumergido en un eterno invierno.
“Ojalá algún día llegue el verano para poder ponerme un vestido de tirantes e ir a la playa”, pensaba Martina. Pero el verano nunca llegaba. Tan sólo los terremotos y la nieve.
Eso era lo malo de vivir en un bibelot navideño de cristal.






       

Comentarios

  1. Enhorabuena a todos y larga vida al Microrrelato!!!! Gracias Jorge por tu labor y excelente trabajo.

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  2. Enhorabuena a todos!! Muy buenos y originales. Gracias Jorge por prestarnos este espacio.

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