Tramo Señalizado. Entrevista al Crítico de Cine Juan Luis Sánchez: El Cine como la verdadera Vida.
Juan Luis Sánchez: "Se debe ser constructivo. Aunque se triunfa antes como crítico de cine con la actitud contraria: cuanto más bestia y destructivo seas, la gente te recuerda más"
Tiene las retinas quemadas por las cientos de películas que ha visto y la piel bronceada de felicidad por la luz de las pantallas. Para el madrileño Juan Luis Sánchez (1972) el cine es el aire que respira y que le mantiene vivo, y así se comprueba en la constancia y en la pasión con las que ha desarrollado su vocación y su oficio de crítico y periodista cinematográfico durante ya más de tres décadas. EFE, Diario Ya, Gaceta de los Negocios, Cinerama, Estrenos o actualmente en decine21.com son solo unos ejemplos en donde este enamorado del séptimo arte ha dejado plasmado su rigor y su respeto por el periodismo y el cine. Ha conocido a directores, actores, guionistas, y conversar con él es toda una experiencia de la que se aprende y en la que, además, nunca falta el humor, y eso no tiene precio. Asegura que todos los grandes críticos de cine que ha conocido y que le han enseñado tanto, eran humildes hasta decir basta. Y uno no puede decir otra cosa de este hombre de buen corazón, amable hasta lo impensable y al que su vida se la ha escrito las imágenes de esa otra vida que quizá sea la única verdadera, creada en los sueños, y que es la del cine. "Es una verdad 24 veces por segundo", decía Godard. Juan Luis parece asegurarnos, porque bien lo sabe, que el cine es la luz que abraza sin quemarnos.
PREGUNTA. Juan, no sé si tu vocación por la crítica y el periodismo cinematográfico se despertó cuando eras niño, porque raro ha sido siempre que cuando se le pregunta a un chiquillo qué quiere ser de mayor, conteste que desea dedicarse a la crítica de cine. ¿Tú eras uno de esos niños? O quizá tu deseo era ser director, o incluso guionista...
RESPUESTA. Según Truffaut, si preguntas a un chavalín qué quiere ser de mayor dirá que astronauta, ninguno querrá ser crítico. De hecho, de pequeño esta profesión me habría parecido un muermazo, yo quería pilotar aviones, qué pena no haber continuado con esa vocación… ¡ganaría más dinero! Cuando comencé a plantearme qué iba a estudiar, acudía con regularidad al cine, y escribía, pero en realidad ni me planteaba dedicarme al terreno audiovisual, pues procedía de un entorno humilde, y además en España, donde te miran como si estuvieras loco si se te ocurriese comentar que quieres ser director de cine. Me veía más bien vendiendo corbatas en grandes almacenes y dándome con un canto en los dientes por tener trabajo. Tenía miedo de no tener una casa. Pero de adolescente un buen amigo me dijo que más valía intentar lograr tus sueños, para no convertirte en un abuelillo de esos que te confiesan que hubieran querido dedicarse a la interpretación, pero nunca se atrevieron. Cuando tenía edad para acudir a la facultad me decanté por estudiar periodismo, pues así podía escribir, y que mi padre lo aprobara. Me quedaba a medio camino… Mientras estudiaba en la Complutense de Madrid, lo seguía viendo todo tan difícil que pensaba que jamás iba a vivir de lo que redactara. O sea que al final no tendría una casa. Allí conocí a buenos amigos de clase que sigo viendo hoy en día, pero en general mis compañeros me parecían prepotentes, como Letizia Ortiz… Coincidió con nosotros en las aulas, tiene mi misma edad y también procede de la Complu.
O sea, los aspirantes a periodistas eran como Letizia, ¡no te digo más! Nos miraba por encima del hombro. Hasta el punto de que un día le dije: “¿Tú qué te has creído? ¿La Reina de España?”. Y sí, ha sido la reina de España... No le interesaba la Ética Periodística, porque teníamos esa clase los viernes de 2 a 3 y media. Al final le pidió los apuntes a mi amiguete Raúl. Nunca se los devolvió, señal de que no aprendió mucho sobre ética. Tenemos que ir un día a Zarzuela… ¡a recuperarlos! Así, por lo que te digo, tenía la sensación de haberme equivocado de carrera. Pero tras la licenciatura se me han ido encadenando los trabajos en medios, y ahora estoy atrapado, no tengo currículum para ninguna otra actividad.
Aprendí mucho haciendo prácticas en EFE, y eso que cuando llegué me di cuenta de que tenía como compañera… ¡a Letizia Ortiz! ¡Otra vez! ¡Qué pesada! Después de eso estuve en el Diario Ya, en la sección de Cultura. Se vivía mejor cuando te tocaba cubrir libros, porque comías en restaurantes buenos y con gente a la que merecía la pena conocer como Carlos Fuentes o José Saramago. Qué bien hablaban; qué gente tan interesante. Pese a todo se me daba mejor el cine, por ser lo mío, así que acabé como especialista en este tema. Y mal, porque como mucho te daban unos canapés. Y eso antes, porque ahora se ha acabado; como mucho te regalan una camiseta… ¡y si te portas bien! Desde entonces conozco a actores, como Harrison Ford, al que admiraba muchísimo antes de estar con él, porque cuando abre la boca sube el pan. No es más que un tipo fotogénico, con poca cultura, un paleto de Illinois que estaba loco porque le dejara en paz para irse a su habitación con Calista, su novia. Creo que he salido perdiendo. Por lo menos puedo decir que a veces das con alguna estrella culta, como Edward Norton, y con directores y guionistas que en general sí son apasionantes. En el terreno del Séptimo Arte hice contactos, escribí en Época, acabé en la empresa que editaba Cinerama, y Estrenos de Cine. Luego cerraron Cinerama, la revista de kiosco, y a la que se reparte gratis en las salas la cambiaron el nombre por Cinerama (qué lío). A mí me pasaron a la versión de vídeo, Estrenos Vídeo, que cuando dejaron de existir la mayoría de videoclubs se cerró, así que en la misma empresa creamos decine21.com.
PREGUNTA. Llevas trabajando en este oficio desde 1990. Llevas una gran trayectoria que requiere una gran vocación. Has escrito para prestigiosas publicaciones como las que has citado: Cinerama, Época, Estrenos, suite101.net y muchas más, y ahora se te puede encontrar en decine21.com. ¿Cómo ha cambiado la crítica cinematográfica en todos estos años?
RESPUESTA. Cuando empecé a escribir en decine21.com tuve la suerte de dar con suite101.net, que tenía al frente a la gran Eva Fontiveros. Ella me enseñó el SEO, y la escritura para internet. Qué gran profesional. La crítica ha cambiado por completo. Empecé en los 90, cuando seguían operativos ilustres críticos, como Ángel Fernández Santos, guionista de películas que he admirado, como El Espíritu de la colmena (1973). Por norma general, acudías a pases de prensa, y todo eran profesionales que sabían mucho de cine. He aprendido mucho de Mirito Torreiro, Miguel Juan Payán, Jerónimo José Martín, Oti Rodríguez Marchante, José María Aresté (después director de decine21.com), Eduardo Torres-Dulce –que venía a las proyecciones con escolta, al ser también fiscal– aunque sobre todo conversaba con Vicente Pineda, crítico de Radio 5 que había puesto en Madrid la primera sala de cine de arte y ensayo, y con él aprendí muchísimas cosas. Y es que cuanto más admirable era el crítico, más humilde.
Pero treinta años después, la situación no tiene nada que ver. Acudes a una proyección para los medios y no conoces a nadie. Todo son chavales muy jóvenes, porque los medios recurren a becarios a los que pagan poco, y enseguida les echan y les sustituyen por otros, antes de que empiecen a aprender nada. O acuden blogueros, algunos interesantes, pero en general frikis que creen que saben de cine porque han visto películas de Star Wars y Marvel, y te miran por encima del hombro... ¡como Letizia! Ni se te ocurra preguntarles el título de cinco pelis de Jean Renoir, o de Akira Kurosawa (a Letizia sí le puedes consultar, porque las ve su hija). Si les leo, la mayoría no me interesan nada. No van en la línea de los estupendos textos de Jorge Alonso Curiel, que sabe escribir y analizar una peli. Solo saben contarte que no te van a hacer ‘spoilers’, que el film tiene muchos ‘cliffhangers’, te cuentan el argumento y lo que más odio… ¡que el film se les ha hecho lento! “¿Más lento que el ‘andante’, o más rápido que el ‘largo’, como el ‘adagio’?”, debería preguntar. Como si supieran qué es un metrónomo. Emplean el adjetivo “lento” como término despectivo, pues quieren decir que no hay puñetazos y persecuciones, así que se han aburrido. Como si no hubiera pelis lentas pero maravillosas como Muerte en Venecia, de Luchino Visconti, A través de los olivos, de Abbas Kiarostami, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, de Andrew Dominik, La delgada línea roja, de Terrence Malick... “Qué lenta”, escuché una vez decir de Lo que queda del día a uno de estos blogueros. Como todo sucede de forma introspectiva, estoy seguro de que había pensado que no ocurría nada en toda la peli. Lo más cachondo es que luego hacen el pase para medios de Star Wars: el ascenso de Skywalker, y escuchas a la salida: ¡qué ritmazo! ¡Montaje trepidante! ¡Qué rápida! Pues verás, chaval, habrás visto muchos planos videocliperos sucediéndose a gran velocidad, pero yo aproveché que Rey se estaba batiendo con su sable de luz con Kylo Ren para ir al cuarto de baño. Me lo tomé con tranquilidad, regresé a los diez minutos y pregunté a la de al lado si me había perdido algo. Me dijo que no, que seguían igual, y resulta que el mismo duelo continuaba. Y tenía razón, el film seguía en el mismo punto, narrativamente no había avanzado nada. ¡O sea que se trata de una peli lentísima! Tarda en arrancar. Sí, como el Bolero de Ravel, no te jode.
Con el director de cine Juan José Campanella |
PREGUNTA. Estoy seguro de que tienes las retinas quemadas por ver tantas películas. Películas estupendas y otras mejorables, como ya has contado antes de este episodio de Star Wars. Cuando disfrutas de buen cine, el placer es inenarrable; pero estoy seguro también de que hay ocasiones en las que has querido salir de la sala porque aquello que tenías delante era insufrible, o incluso habrás tenido muchos días en los que la decepción era continua. ¿Cómo encara un crítico de cine esta situación? ¿Cuál es el secreto para no acabar desesperado?
RESPUESTA. En los Festivales, como ves al día entre seis y diez películas, a veces desde las ocho de la mañana, parece que no está mal visto del todo que te levantes y te vayas a los diez minutos, cuando te das cuenta de que no te interesa nada la proyección. Normalmente, cuando se levanta el primero, todos los que estaban deseando largarse aprovechan para salir a la vez.
En los pases de prensa no resulta habitual, por lo que no te atreves a irte, aunque muchas veces, tras cinco minutos, ya sabes cómo va a discurrir la cosa. Casi siempre está fuera el responsable de Comunicación de la distribuidora correspondiente, así que da corte, porque te vas a encontrar con él y tienes que decirle que su peli es un bodrio y que no la soportas más. Lo normal es que te quedes, aunque en algunas ocasiones estás siguiendo la proyección medio desconectado, porque no la soportas. Aprendí de Oti que siempre se debe sacar algo bueno, incluso de las peores películas, así que intento buscar algún elemento positivo, ese actor que se esfuerza, o esa secuencia interesante… Algo que merezca la pena.
El secreto para no acabar desesperado reside en que se disfrute cuando escribes un film que te ha apasionado, pero también cuando te ha parecido desastroso. En suite101 escribí sobre la soporífera y espantosa 50 sombras de Grey lo siguiente: “A Dakota Johnson (la hija de Melanie Griffith y Don Johnson) le faltan tablas para darle algo de vidilla a su personaje que es una auténtica gilipollas, y Jamie Dornan necesita carisma que explique por qué un maltratador puede despertar tanta pasión”. O: “Se vende como una historia romántica y morbosa un alarmante caso de violencia machista”. O sea, que la proyección fue insufrible, pero luego me vengué.
Pienso que si señalas algún fallo a la obra que comentas deberías argumentar tu opinión. Como si fuera a leerte el director y le dieras un modesto consejo por si le puede servir de ayuda.
PREGUNTA. Ahora mismo habrá lectores que estén leyendo esta entrevista y que quieran dedicarse a este oficio. Por ejemplo, Marlon Brando decía que para ser un buen actor, había que ser una buena actriz; pero ¿qué es lo que tiene que tener un buen crítico de cine? ¿De qué pasta hay que estar hecho?
RESPUESTA. Siempre que hablo de esto recuerdo la frase “Un mal escritor puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón que un pésimo vino también puede llegar a ser un buen vinagre”, que dijo François Mauriac. Aparte de eso, pienso que se debe ser constructivo. Que no se me interprete mal. Se triunfa antes como crítico de cine con la actitud contraria, cuanto más bestia y destructivo seas, la gente te recuerda más. Si salgo a la calle y pregunto por el nombre de un crítico me dirán o Carlos Pumares (“Batman vuelve, ojalá se hubiera quedado en su casa”) o Carlos Boyero (“Un tormento fatigosamente narrado. Me parece un ejercicio autocomplaciente e irritante de alguien empeñado en contar una tragedia despojándola de recursos melodramáticos”, de Manchester frente al mar). Pero yo pienso que si señalas algún fallo a la obra que comentas deberías argumentar tu opinión. Como si fuera a leerte el director y le dieras un modesto consejo por si le puede servir de ayuda. Y también tienes que tener voluntad de dar a conocer al público productos que lo tienen difícil para triunfar. A lo mejor llamarse Carlos, como los citados, o Carlos G. Heredero, también ayuda.
Entregando la Medalla del CEC a la labor periodística al crítico de cine Oti Rodríguez Marchante |
PREGUNTA. Por tu trabajo tienes que ver todo el cine que se estrena, o casi todo. ¿Pero qué tipo de cine es tu preferido, el que te hace latir el corazón más fuerte? ¿Cuáles son tus películas de cabecera? ¿Y tus directores?
RESPUESTA. Me encanta siempre contestar a eso que... ¡me gusta el bueno! Sí, claro, pensaréis. Nadie prefiere el malo. Pero yo con eso pretendo dar a entender que no discrimino, me encanta poder decir que no tengo prejuicios. Hasta sigo viendo a José Luis García Sánchez y Ventura Pons con cierta esperanza. No me interesa nada de lo que han hecho, pero… ¡estoy deseando que acierten alguna vez! Si filman algo que merezca la pena, lo diré. Me trago pelis indias, francesas, rumanas, chinas, japonesas, españolas… Igual grandes superproducciones de Hollywood que cine ‘indie’. De todos los géneros. En todos los casos te puedes llevar decepciones pero también alegrías. No tengo nada contra grandes espectáculos, como Doctor Zhivago o El imperio Contraataca, que me encantan. El presupuesto muchas veces no importa. Recuerdo que nos pusieron a la crítica el mismo día Star Wars: La venganza de los Sith, de George Lucas, y luego El ocaso del samurái, de Yôji Yamada. En la primera se habían gastado un pastizal en efectos digitales que entonces eran la última generación, pero la veías sin implicarte, como quien mira fuegos artificiales sin mucho interés. La segunda solo contaba con unos decorados baratos de un pueblo, y una decena de actores. El protagonista ha renunciado a la mujer que ama porque cree que no le va a hacer feliz al carecer de dinero. Pero el film demuestra que este puede no valer para nada. En una secuencia, le preguntan al personaje central por qué ha aceptado un trabajo, y él mira a sus dos hijas y… ¡se te caen los cojones!
PREGUNTA. El futuro, y diría que el presente, de las salas de cine, de consumir películas en esos templos que tantas alegrías han dado a millones de personas, es bastante oscuro. Otra manera de verlo en las plataformas digitales se está implantando o se ha implantado ya, y la puntilla la ha dado la situación de pandemia por coronavirus que sufrimos desde el pasado marzo de 2020. ¿Te provoca tristeza esta situación, o eres de los que se adaptan sin nostalgias a los nuevos tiempos?
RESPUESTA. ¡Ya no hay nostalgias como las de antes! No, en serio, no me considero nostálgico. Durante la mayor parte de mi vida he pensado que la nostalgia podía ser bonito sentirla en un momento dado, pero que teníamos que ser prácticos y seguir hacia delante. Pero se ve que me estoy volviendo viejo porque de repente me he vuelto un quejica. Echo de menos muchas cosas, como la textura del celuloide, antes de que el cine fuera digital. Las imágenes tenían más resolución. Me hace gracia cuando la gente se emociona y dice que se ha comprado… ¡Psicosis en 4K! Pues bien, yo la vi mucho mejor, en película convencional. Nada que ver. También echo de menos cuando no existían móviles y por tanto los maleducados no podían pasarse la proyección entera contestando el whatsApp, y distrayéndote con las lucecitas... Por supuesto que nunca me parecerán lo mismo las películas en el cine que en casa, por mucho que ahora tenga una pantalla gigante y un buen sistema de sonido. Antes de esta entrevista me han dado a escoger entre ver Raya y el último dragón en sala o en ‘streaming', y por supuesto he escogido el cine. Me gustó Soul, de Pixar, y si pienso en ella solo me salen cosas buenas, pero esa solo la hemos podido ver en casa, por lo que no tengo el recuerdo de haberlo pasado tan bien por ejemplo como con Onward, que se estrenó antes del confinamiento, y eso que era mucho peor. Esto me lleva a pensar que Steven Soderbergh tiene razón. Piensa que siempre existirán las salas de cine. “No hay ningún éxito equivalente en la industria del entretenimiento al de una película que gana miles de millones de dólares en las salas de cine. Ahí está el Santo Grial”, dijo el director de Sexo, mentiras y cintas de vídeo. Creo que tiene razón, la gente tardará en regresar al cine, pero regresará.
Las películas, incluso los mayores bodrios, nos ayudan a crecer, y a conocer mejor el mundo en el que estamos, o mundos antiguos o inexistentes que pueden ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos.
PREGUNTA. Juan, ¿el mundo podría vivir sin cine? ¿Qué ha dado el cine a la vida de los hombres?
RESPUESTA. No sé si el mundo podría. Yo no. Los que no ligamos en las discotecas y odiamos el fútbol lo tendríamos complicado. Las películas, incluso los mayores bodrios, nos ayudan a crecer, y a conocer mejor el mundo en el que estamos, o mundos antiguos o inexistentes que pueden ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos. No se puede vivir sin Fellini, sin Spielberg, sin Alfred Hitchcock. No puedo vivir sin Christopher Nolan, pese a que Tenet, su último trabajo, me haya resultado un coñazo.
PREGUNTA. Juan, tengo mucha curiosidad. Desvélanos el asunto más curioso que te ha sucedido en una sala de cine.
RESPUESTA. Recuerdo haber entrado a una peli en una sala de Santander a ver El secreto de la pirámide, y ya habían empezado los tráilers. Abro la puerta y está todo oscuro, escucho que la gente se ríe, pero no tenía delante una pantalla en la que se estuviera proyectando algo, que es lo que esperaba. Estaba toda la sala negra. No entendía qué ocurría. Me quedo así minuto y medio pensando, y entonces empiezo a distinguir al público, que miraba hacia mí. Resulta que en ese cine… ¡la pantalla estaba por encima de la puerta! Otro día, en un estreno, tenía cerca a un tipo que aplaudía todo el rato, cada vez que había un cambio de escena. Estaban presentes el director y los actores, que debían estar muy contentos de tener un espectador tan apasionado. Cuando terminó la proyección, todo el mundo se puso a aplaudir, como es habitual en este tipo de actos. Al salir se me acercó aquel hombre y me comentó: “La peli estaba muy bien, pero los espectadores un poco sosos. No se atrevían a aplaudir. ¡Menos mal que al final se han soltado un poco...!”.
PREGUNTA. Y permíteme una maldad, no me resisto a preguntártelo. ¿Con qué prestigiosa película, con qué clásico te aburres como una ostra, aunque decirlo sea casi políticamente incorrecto?
RESPUESTA. Me ocurre en muchos casos. Pero ahora me vienen a la cabeza dos. Una es El graduado. Me encanta la música de Simon y Garfunkel, entiendo que es un film generacional que cuenta las dudas de la juventud de la época, que tiene estupendas interpretaciones de Anne Bancroft, Dustin Hoffman y Katharine Ross y que trata asuntos hasta entonces tabú, como que una madurita le tiré los trastos a un chavalín. Pero los guionistas no saben por dónde tirar, así que me parece un bodrio tremebundo. Otra es El año pasado en Marienbad (1961), de Alain Resnais. Está en el famoso libro Las 100 mejores películas, de John Kobal, y logró el León de Oro en Venecia. En un lujoso hotel, un tipo le dice a una señora que el año pasado se encontraron en ese mismo sitio, ella insiste en que nunca se han conocido, y se pasa toda la peli tratando de convencerla, con muchos flashbacks poéticos, pero sin sentido, y muchas secuencias oníricas de pasillos interminables… ¡como la propia película! De adolescente, la estaba viendo en mi casa, cuando apareció mi padre, se puso a mi lado, estuvo viendo quince minutos, no entendió nada y me dijo: “Hijo, preferiría haberte pillado viendo una peli porno. ¡Me preocuparía menos!".
Con su último libro sobre el mito del hombre lobo ¡No Salgáis al Páramo! |
PREGUNTA. Otra de tus facetas es la de escritor de libros relacionados con el cine. No es de extrañar porque, aparte de todo, lo que eres es un escritor. Un buen escritor. Se han publicado libros en los que has colaborado como coautor, pero también tienes los tuyos propios. Escritos en solitario tenemos Audrey Hepburn: Icono de la gran pantalla (Ed. Jaguar, 2010), Devórame otra vez. Las mil y una noches de los muertos vivientes, zombies, infectados y apocalipsis en cine y series (Diábolo Ediciones, 2019), y el último que acaba de aparecer ¡No salgáis al páramo! Todo el cine y series de hombres lobo (Diábolo Ediciones, 2021). ¿Qué es lo que te aporta escribir libros especializados?
RESPUESTA. Yo he tenido mucha suerte, porque he podido escribir sobre temas que me interesan, y hasta me han pagado bien por ello. Pero cada vez se venden menos libros, así que al final los escribes por vocación y por interés por el tema. A veces triunfas antes si escribes sobre temas manidos. Me encanta Audrey Hepburn, pero no creo que mi libro aportara nada nuevo que no se haya escrito ya en otros muchos libros. Pues bien, se vendió como churros. A mí me gusta sobre todo haber podido escribir los primeros libros en español sobre James Cameron, J.J. Abrams y Peter Jackson. Como el público acepta mejor que escribas sobre películas de temáticas determinadas, y se venden mejor esos libros de edición cuidada con fotografía a todo color que edita Diábolo Ediciones, pues habrá que hacer lo que la gente te pide, por supuesto. Dentro de eso, aunque me precedieron otros autores con libros de zombis en el cine, tenía mucho terreno virgen, pues pude incluir The Walking Dead, y otras series que no estaban en los anteriores. Respecto a los hombres lobo, también he podido comentar hasta los últimos títulos estrenados.
PREGUNTA. Como decía, ¡No salgáis al páramo! Todo el cine y series de hombres lobo es tu última criatura. El hombre lobo es algo que te interesa, y en él podemos encontrar un estudio detallado sobre este género tan concreto y que ha causado tantos escalofríos en los espectadores. El cine pronto vio un filón en esta figura tan desasosegante, pero ¿por qué el hombre lobo nos despierta tanta atención?
RESPUESTA. Pienso que porque representan nuestro lado animal. Todos nos creemos racionales, pero tarde o temprano nos tenemos que enfrentar a la verdad, que nuestra naturaleza muchas veces determina nuestro comportamiento. Tú puedes pensar que enamoriscarte de tal chavala no te conviene, pero puede que sientas pasión por ella, por ejemplo. Es inevitable. O puedes sentir rabia, y hasta estar a punto de ponerte violento (por suerte hemos aprendido a controlarnos). El hombre lobo es un ser humano normal, con sus problemas y preocupaciones, al que de repente absorbe su lado animal, por lo que se encuentra haciendo cosas que no querría hacer, lo que supone una enorme tragedia. De ahí que nos despierten tanta fascinación. Aparte del miedo que dan, porque si te pilla uno te despedaza. Es un monstruo horripilante; uno tiene la sensación de que se escaparía con mayor facilidad de un vampiro o de un zombie. Si te persigue la reina Letizia… ¡lo llevas claro!
PREGUNTA. Escrito con sencillez y sobriedad, y con cierto humor siempre necesario, el libro es, sobre todo, ameno. El director norteamericano Howard Hawks decía que el primer mandamiento del creador era ser ameno, el segundo, ser ameno, y el tercero, ser ameno. Y tanto tus críticas como tus libros lo son. ¿Qué es lo más asombroso que te han dicho de tus reseñas cinematográficas como de tus libros y que no esperabas?
RESPUESTA. ¡Esto que acabas de decir! Gracias. Otra vez una señora me dijo que no le gustaban nada las películas de las que escribía pero que disfrutaba leyéndome. Eso me hizo pensar precisamente en esto que comentas de Howard Hawks. Me acuerdo de que William Friedkin se había liado con su hija, así que aprovechó para comentarle que le habían puesto a dirigir French Connection, pero que no le gustaba nada el guion. Le aconsejó que rodara la mejor persecución de la historia del cine. Así lo hizo. Qué más da el guion si lo pasamos fenomenal viendo esa peli, con Gene Hackman tratando de atrapar a Fernando Rey. Lo mismo se aplica a los libros, o a las críticas, si consigues hacerlas atractivas no solo llegarán a su público natural, sin que eso implique perder en rigurosidad.
PREGUNTA. Juan, tú que eres un hombre apasionado con su vocación y con su oficio, y que por eso estás en este espacio de entrevistas Tramo Señalizado. Conversaciones con Personas apasionadas con su oficio, ¿qué les dirías a aquellos que desisten en hacer caso a su pasión y a su vocación, por diferentes motivos, y que optan por no intentar hacer realidad sus sueños? ¿Qué hubiera sido de Juan Luis sin haberse dedicado a lo que ama?
RESPUESTA. ¡Que hacen muy bien! ¡Estudiad una oposición! ¡Haceros hombres de provecho! Entonces ellos responderán: “Ya claro, pero tú vives de escribir de cine, o sea que se puede conseguir, demuestras con tu existencia que nos estás dando el consejo equivocado”. De acuerdo, no soy quién para aconsejar eso. Ahora me encuentro en un momento un poco malo, pues el coronavirus está teniendo consecuencias nefastas en el sector. Cada día me llama un compañero de algún medio, o me escribe alguien de una distribuidora para decirme que deja su puesto. Justo antes de esta entrevista un compañero valiosísimo me ha comentado que se va del sector.
Pero cuando el clima del mundo de la información de cine era positivo, a esta pregunta siempre contestaba que todo consiste en perseverar. O sea si no abandonas y sigues insistiendo, al final vives de ello, o te dedicas a ello. Si Jorge Alonso Curiel deja de escribir mañana, no se convertiría en la estrella literaria que va a ser. Si no te sigues presentando a aquel concurso de microrrelatos… ¡no lo hubieras ganado al final! O sea, ¿quiénes somos tú y yo para negar a la gente que luche por sus sueños?
PREGUNTA. Gracias, Juan, por tus palabras. Para terminar, ¿el cine es una vida de repuesto, como dice José Luis Garci, o es la vida misma?
RESPUESTA. Solía pensar que era de repuesto, o sea que si te iba algo mal te ibas al cine y te olvidabas durante dos horas. Pero como ha transcurrido la vida y a veces tengo la sensación de estar más tiempo en una sala que viviendo, al final va a resultar que el Séptimo Arte era la vida misma. Te puedo decir que a algunos actores, como a Clint Eastwood, los veo en la pantalla más veces que a muchos familiares míos, por eso le llamo tío Clint.
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Rosa Palo, columnista del Grupo Vocento
Carlos Flores, locutor de radio
María José González, "Pepa", librera.
Gloria Rivas Muriel, profesora y escritora.
Davidleelibros, Youtuber y escritor.
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Yolanda Izard, escritora y profesora.
Atilano Sevillano, escritor y profesor.
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Marisa Garcés, psicóloga y escritora.
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