TRAMO SEÑALIZADO. Entrevista a Jezabel Losada: La autenticidad de ser transexual

TRAMO SEÑALIZADO. CONVERSACIONES CON PERSONAS APASIONADAS CON SU OFICIO






Jezabel Losada:


"Una persona transexual es una persona normal y corriente que sufre un problema menos grave de lo que se pinta"




Afirma Jezabel Losada (Valladolid, 1986) que ya no es aquella niña marginada que sufrió acoso escolar por vivir en un cuerpo de niño que no le pertenecía. Un día, hace unos pocos años, decidió apostar por quien realmente era, con la valentía de quien vive su autenticidad. "Ser transexual no es malo", asegura, y nos recuerda, como una lección, que las sociedades modernas deben integrar "todas las piezas" del variopinto puzle social. Alejada de todos los tópicos con los que se definen a las personas transexuales, además es dueña de una trayectoria literaria marcada con un claro estilo. De todo ello nos habla en esta entrevista tan especial y tan humana, de alguien que conoció de primera mano la soledad y la incomprensión por ser diferente. Pasen y lean. No se la pierdan.  


PREGUNTA. Muchas gracias, Jezabel, por aceptar la invitación de TRAMO SEÑALIZADO. Te lo agradezco mucho también porque sé que prefieres mantenerte un poco alejada de entrevistas. Pero, ahora, has considerado que es buen momento para hacerlo, y además en este espacio de libertad y comunicación. ¿Qué te ha hecho abrir tus puertas a TRAMO SEÑALIZADO? 

RESPUESTA. Muchísimas gracias a ti, Jorge. Antes de nada, me gustaría enviar un saludo muy grande a todos los lectores de tu blog, con todo mi afecto y cariño. Y sí, efectivamente, soy una chica que prefiere mantenerse siempre en un segundo plano, pero bueno, me encuentro muy cómoda con esta propuesta y me apetece mucho formar parte de la entrevista. ¿La razón? Mostrar al mundo lo que soy: una mujer transexual normal y corriente. 

PREGUNTA. Los lectores queremos saber muchas cosas sobre ti. Por suerte, cada vez se respeta y se conoce un poco más a las personas que cambian de sexo. No es un asunto fácil para la propia persona que lo vive y lo experimenta, pero quiero centrarme ahora en el ‘antes’. ¿Cómo y cuándo te das cuenta de que vives en un cuerpo que no te corresponde, con el que has llegado a esta vida, que no representa tu sensibilidad y tu manera de estar en el mundo? 

RESPUESTA. Toda persona transexual —y digo persona porque los hombres transexuales también existen, aunque el mundo se olvide de ellos— suele responder a esta pregunta diciendo:Lo sé desde que nací”, o “ que soy hombre o mujer desde pequeño/a”. Es el tópico, y si ya de por sí hacérselo entender al ser humano es un auténtico suplicio, responder de esta forma lo complica aún más. 

De pequeña no tenía ni voz ni voto, y ya me refiero a mí como pequeña y no como pequeño, puesto que en ningún momento considero que haya cambiado de sexo como tal, sino que ahora exteriorizo a la mujer que siempre he llevado en mi interior. Siendo una niña, me hacía preguntas que no encajaban con la vida de un niño. Tenía senos y mis genitales eran los de un bebé que nunca llegaron a desarrollarse. Me trataban como un niño cuando algo dentro de mí dejaba claro que no era así, pero no puedo asegurar que lo sabía desde que vine al mundo. Fue un proceso largo, de mucha frustración, demasiadas preguntas sin respuesta, dolor, complejos, exclusión social y soledad. La sociedad me obligaba a tener una chica como novia cuando a mí me gustaban y me gustan los chicos, y al principio me preguntaba si quizás era gay, pero no, ya que gay es un hombre que se siente atraído por otros hombres pero que está a gusto con su cuerpo sin ningún tipo de disforia. Yo era y soy una mujer que, en mi primera etapa de la vida, no pude mostrarme tal como era debido a un cuerpo estéticamente equivocado. 

Lo tuve claro durante la adolescencia, momento en que supe a ciencia exacta que ese cuerpo no me pertenecía. Los genitales no se desarrollaron, pero el resto del cuerpo sí, obviamente, incluso los pechos. Tenía las hormonas revolucionadas (un caso de libro) y los rasgos andróginos se acentuaron. Estaba bastante claro. 




PREGUNTA. ¿En casa, y con la que gente que te rodeaba, pudiste ser sincera alguna vez y confesarlo? 

RESPUESTA. No, nunca. Primero por lo que he comentado en la pregunta anterior: al principio ni yo misma lo sabía. Me crie con mis abuelos maternos, y también con mi madre, aunque con esta última demasiado poco porque solo recuerdo verla por la noche. Mis abuelos eran mayores y murieron durante mi adolescencia. Les hacía preguntas, pero no hallaba respuesta. Mas adelante, cumplidos los veinte, salía a la calle vestida de gótica solo por el hecho de poder maquillarme sin levantar sospechas. Era la única manera que tenía de acercarme a lo que realmente quería sin decir que en verdad era una mujer. Tras el fallecimiento de mi madre me convertí en la Jezabel que soy ahora. De ese entorno familiar y de la gente que me rodeaba, solo queda un 25%; el resto del porcentaje desapareció con mi yo anterior. 


Traumas de infancia


PREGUNTA. Jezabel, alguien como tú que ha vivido todo este conflicto, ¿dónde encontraba la calma y el equilibrio en los momentos de duda y desesperación que le tocó vivir? 

RESPUESTA. Responder a esta pregunta es demasiado complejo, pero más que nada por acercarme lo más posible a una respuesta certera. El lector tiene que saber que hablamos de una persona maltratada, física y psicológicamente, pero entrar en ello no haría sino extenderme en algo que se resume con la palabra “colegio”. Imagínense a una niña transexual (niño para el mundo) con senos y los genitales de un bebé en el colegio... El lector lo entenderá perfectamente sin entrar en detalles... Mi calma la encontraba dentro de un habitáculo que ahora es mi biblioteca, y allí dibujaba, leía, escribía o practicaba magia. Me viene un recuerdo bastante nítido de un viejo transistor donde escuchaba música y que eché bastante en falta hace unos meses durante el apagón del pasado mes de abril (jeje). En resumen: me evadía sobre todo dibujando y escribiendo. 


La famosa ley trans, de la que todo el mundo opina, pero desconoce, es una absurdez que no hace sino perjudicar a las personas transexuales. Estaba bien como estaba. Hice la transición mucho antes de que saliera dicha ley, y sigo viva.

 

PREGUNTA. Quizá haya quienes no entiendan aún, que no logren comprender, a las personas que dan el paso y cambian de sexo. ¿Cómo se lo explicarías? ¿Qué les puedes decir para convencerles de que no es una decisión tomada a la ligera, que no se trata de un simple juego? 

RESPUESTA. A los retrógrados, a los que no avanzan, pero que ya no usan VHS ni televisión de tubo, les diría (y digo) que somos colegas, porque va siendo hora de que den el paso y hagan su transición, en este caso, una transición acorde al Siglo XXI. Van a decirme: “Es que según la ciencia…”. Segurísima de que me dirían eso, pero porque no tienen más argumento ni se paran a pensar que estoy aquí, como la mujer que soy, gracias a la ciencia. Mi tratamiento hormonal está prescrito por un endocrino (persona de ciencias); estoy operada por tres cirujanos (personas de ciencias); me han revisado y me revisan tanto psiquiatra como psicóloga (ambas de ciencias) para dictaminar y dar fe de que a mi cabeza no le ocurre nada. Soy transexual verdadera, y eso significa que mi cambio es completo: de la cabeza a los pies. Soy transexual, no trans. Las personas “trans” son un tema aparte y forman un colectivo entre ellas donde quieren incluirme sin tener nada que ver, y creo que aquí está el verdadero problema y la confusión que se genera en la sociedad (y no me extraña entre las no retrógradas). 

Lo resumiré brevemente: la ley que hay que cambiar no se elabora en el parlamento, sino en la cabeza de cada uno. La famosa ley “trans”, de la que todo el mundo opina, pero desconoce, es una absurdez que no hace sino perjudicar a las personas transexuales. Estaba bien como estaba. Hice la transición mucho antes de que saliera dicha ley, y sigo viva. Tuve que pasar un montón de exámenes psicológicos (imprescindibles y que nunca deben faltar, por muy mucho que ahora los excluyan), esperar un año para poder cambiarme el nombre y otro año a posteriori para hacerlo con el género (trámites, como todo en la vida). Me tocó esperar dos años para realizarme la primera cirugía y cuatro para la vaginoplastia (en este sentido, no es diferente al tener que esperar, como todos los pacientes, mucho tiempo en la Sanidad Pública para que te realicen las intervenciones, aun siendo graves). 

Pero ahora, en el caso de cambiar de nombre, ya no es así. Quienquiera puede cambiarse el nombre a su antojo sin controles psiquiátricos ni psicológicos, y sin tener que operarse ni tomar hormonas. Lamentable, y quienes lo hacen no son culpables, solo se aprovechan de una ley legal (por desgracia). Entonces, ¿cómo no va a tener dudas la sociedad? Una persona transexual no es esa que sale en Prime Time vestida con top de lentejuelas, pelo en pecho y haciendo aspavientos; una persona transexual es una persona normal y corriente que sufre un problema menos grave de lo que se pinta. Alguien con una vida y sentido del ridículo, no lo que se ve en televisión. Yo, en mi caso, tengo mi casa, mi trabajo, mis amigos y un trato normal por parte de la sociedad. Ya no soy esa niña marginada que sufrió acoso escolar. Es muy sencillo de entender si se mira desde la perspectiva ajena: “Si a mí no me toca, a quien Dios se la dé que San Pedro se la bendiga”. 




PREGUNTA. Vamos a ese momento clave en tu vida. Hace unos pocos años, entrada en la treintena, decides que es el momento idóneo para convertirte en lo que siempre has querido. Tu cambio de género, cambiar tu cuerpo, fue un lento proceso, como ya has apuntado antes, que culminó en el quirófano para ser completamente mujer. ¿Por qué lo empezaste en ese punto de tu vida y no antes o después? 

RESPUESTA. Porque antes me fue imposible debido a lo que he comentado. En casa no se entendía por el qué dirán”. Pero el lector sabe que, por más que se intente frenar el curso del agua, esta siempre encuentra una vía de escape. Conozco personas que prefieren tener un hijo enfermo de gravedad que uno transexual, y siempre, como comenté al principio, todo se relaciona con la mujer transexual, no con el hombre. Decir transexual es sinónimo de hombre que se viste de mujer, y creo que me moriré sin que se entienda que esto es un error. 

Si alguna persona prefiere tener un hijo enfermo que uno transexual, el día que acompañe a la criatura a consulta de psiquiatría que haga el favor de pedir cita para ella misma... 

PREGUNTA. Me gustaría que explicaras con más detalle, Jezabel, para que se conozca con objetividad, cómo es este proceso, por favor. Desde el inicio hasta su fase final. 

RESPUESTA. Es muy relativo. Imagino que, como todo, cada persona lo vive de una forma diferente. Lo primero que tiene que saber el lector, como ya he dicho, es que ser transexual no es malo. Lo comento porque se concibe como una terrible desgracia, y al lado de problemas y enfermedades serios y graves, es una minucia. He sufrido y sufro muchísimo en según qué momentos, por supuesto, pero si se analiza bien, es una tontería comparada con otros temas. 

Me dirijo al lector precisamente porque nunca sabes quién te lee, y quizá haya un o una transexual al otro lado, o padre o madre de un niño o niña transexual, y no saben qué hacer. Darle apoyo y cariño, eso es lo fundamental, y a mí esto me ha faltado. Y después, independientemente de lo que diga esta última ley absurda, llevarlo al psiquiatra. No está loco ni loca, solo necesita apoyo familiar y psicológico. Ante la duda, nadie mejor que un profesional. Si me lee una persona transexual, le mando mucha fuerza y todo mi cariño. Mirémoslo desde el lado positivo, desde esa perspectiva que no excluye, sino que integra todas las piezas de un puzle social de lo más variopinto. 

El proceso, en mi caso, fue en solitario, por ello recomiendo máximo apoyo para quien lo vive. Primero tienes que dar el paso, reconocer lo que te ocurre, hacerte la valiente y a por todas. Saber que por fin vas a dejar de tener el cuerpo que te atormenta es la clave y el comodín al que sostenerse para no frenar. Es largo y doloroso a nivel físico y mental, pero muy poco a poco se llega a la superficie. Todo el tema de papeles lo comenté antes, y así no me extiendo demasiado (jajaja).

 

Lo primero que hice al despertarme de la operación fue llevarme las manos a mis partes para ver si ya no estaba ese microestorbo, y palpé un montón de gasas bajo una faja parecida a un pañal. Parecía una Playmobil y me hizo mucha gracia. Y creo que desde ese día ya no se me ha borrado la sonrisa. 


 Paso por el quirófano

 

PREGUNTA. Y llega lo más complicado: entrar en el quirófano. Sé que, en ese momento, miles de cosas se te pasaron por la mente. Miedos, ideas más que inquietantes, desasosiego, preocupación por el resultado, etc. No deja de ser una decisión muy valiente, también arriesgada, pero muy sincera para contigo misma, y además tuviste que salir de tu ciudad, Valladolid, para que te realizaran la operación. Cuéntanos, ¿cuál fue lo primero que pensaste al abrir los ojos en aquella clínica de Barcelona? 

RESPUESTA. Me lo tomé como el inicio de mi nueva vida. Todo lo de atrás no contaba. Nacía treinta y tantos años después con el cuerpo que realmente me pertenecía. 

Lo primero que hice fue llevarme las manos a mis partes para ver si ya no estaba ese microestorbo, y palpé un montón de gasas bajo una faja parecida a un pañal. Parecía una Playmobil y me hizo mucha gracia. Y creo que desde ese día ya no se me ha borrado la sonrisa. 

En mi caso fue una colovaginolastia. Cuando no hay suficiente piel para hacer una inversión peneana, los cirujanos toman veinticinco centímetros de colón y con ellos crean el túnel vaginal. Es algo mágico, un regalo de la naturaleza. Sufrí nervios debido a la incertidumbre, pero no por la cirugía en sí. Durante el ingreso no fue fácil estar sola tan lejos ni tampoco el no poder comer, beber ni moverme durante unas ochenta horas. Se me hizo interminable, pero las enfermeras me arroparon en todo momento y lo hicieron más ameno. Por desgracia, un montón de personas llevan años en una cama sin poder moverse, así que no tengo queja. Fue un mal menor para lograr lo que necesitaba. 

PREGUNTA. Ha pasado el tiempo desde tu plena conversión, de tu cambio total a mujer. ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de tu cuerpo en este tiempo? ¿Cómo ha reaccionado? 

RESPUESTA. Sobre todo, la cara. El rostro me cambió totalmente a mujer, y no por los retoques que me hago, sino gracias a las hormonas. Estas mismas hicieron que las mamas me crecieran una barbaridad y dejara de sentir esos genitales que no tuvieron que existir nunca. 

¿Mi parte preferida? La vulva, por supuesto. Después de tantos años sin ella, la mimo mucho y me preocupo de que esté todo bien. 




PREGUNTA. Pero no solo es interesante conocer la reacción de tu cuerpo, sino que lo es también conocer la reacción de las personas que te conocían y que te conocen, de las más cercanas, al saber y al verte como una mujer. 

RESPUESTA. La mayoría dejaron de hablarme, otras me saludan, pero sin entenderlo, y luego quedan cuatro con las que todo bien. Todas estas personas que se han alejado quedan en el recuerdo, en ese archivo de memoria que nunca va a la papelera de reciclaje, y como siempre, intento recordar de ellas los mejores momentos. 

PREGUNTA. Ya has dicho algo antes, pero quiero incidir en el comportamiento de las personas que vas conociendo, que no te conocían antes, y que se enteran de tu cambio de sexo. ¿Has sentido alguna discriminación o rechazo? ¿Si es así, en qué ámbitos lo has sufrido? 

RESPUESTA. No. La verdad es que estoy muy contenta en ese sentido. Quizá al principio en algún establecimiento, pero no por ningún mal trato, sino porque la persona no sabe muy bien cómo reaccionar. Pero, de verdad, en general bien. 

Los únicos rechazos como tal han venido por parte de los chicos, y tampoco de mala manera, simplemente no soy lo que buscan. Hay un debate sobre si una persona transexual debe contar lo que es a la hora de tener relaciones, y la respuesta por mi parte es un SÍ en mayúsculas. Ser transexual es algo que vivo yo, el resto no tiene la culpa. El chico que quiera estar conmigo lo estará sea como sea, pero tiene derecho a decidir, de la misma forma que igual no le gustan las chicas morenas, las que sean de un equipo de fútbol diferente al suyo o porque son más hogareñas que fiesteras, por poner ejemplos. Rechazar a una persona transexual porque no encaja en tus gustos no significa transfobia (otro término de moda y muy mal empleado). 

PREGUNTA. Jezabel, antes dije que poco a poco la sociedad va conociendo y respetando este asunto. Pero quiero saber tu más sincera opinión. ¿Cómo ves a la sociedad española en este aspecto? ¿Temes algo en especial? 

RESPUESTA. La veo hecha un lío y cansada del monotema. Tienen a los “trans” hasta en la sopa, y claro, así es imposible que diferencien entre una persona homosexual, un travesti, un trans o una transexual (esta última soy yo). Lo explico así porque quien me vea o lea, y sea de las antiguas Españas, para él o ella seré trans: un travesti homosexual que se viste de mujer. Como puede comprobar el lector, va todo en el mismo saco y, reitero, no tengo nada que ver con las personas trans, tampoco con los homosexuales ni travestis, transformistas y demás términos que puedan emplearse. Les deseo lo mejor, y mientras no se metan con nadie y sean felices, adelante. Pero insisto: es hora de abrir la mente, y abrirla ya. Las personas transexuales forman parte del Siglo XXI y del resto de siglos hasta que el mundo se acabe. A quien no le guste que no nos mire, que está en su derecho. 

  

Mi escritura de ahora es muy diferente, pero tiene un nexo común y la esencia que nunca perdí, o que tal vez es lo único con lo que me defiendo en este terreno, y es el desahogo persona


Trayectoria como escritora


PREGUNTA. Eres un ejemplo de lo lejos que te encuentras de los clichés que persiguen a las personas trans. Llevas una vida ordenada, tienes un puesto de trabajo como teleoperadora, te gusta la vida sencilla y, además, eres escritora con una interesante carrera literaria que comenzó cuando aún no habías cambiado de sexo. Escritora con un mundo propio y un estilo reconocible. Con varios cuentos en antologías, y el libro de relatos Al borde de la locura que publicaste en 2017. Un camino literario que interrumpiste y que, ahora, en 2025, has retomado. Tu literatura se enmarcaba en el terror psicológico, pero se ha encaminado por otros derroteros, aunque no olvida tampoco tus inicios. ¿Qué ha sido lo que te ha hecho retomar una de tus pasiones como es la escritura? Cuéntanos cómo es el proyecto que estás ahora llevando a cabo, de ese interesante blog que has abierto y que se llama Un rato con Jezabel (Enlace: Un rato con Jezabel).

RESPUESTA. Si te soy sincera, pensé que la literatura se había acabado hace seis años, lo digo de verdad. Ahora me doy cuenta de que murió, pero no hubo entierro. Pasa lo mismo con José Losada: no desaparece. Sueño con mi otro yo todas las noches, me veo tal como era antes, y en el sueño me llaman así y no Jezabel. Es una pesadilla tras otra, y recuerda mucho a ese terror que escribí en su momento. Mi escritura de ahora es muy diferente, pero tiene un nexo común y la esencia que nunca perdí, o que tal vez es lo único con lo que me defiendo en este terreno, y es el desahogo personal. 

Me he inventado un mundo paralelo al real, uno ficticio, donde soy feliz mientras escribo y en donde hago realidad uno de mis sueños: tener hijas. Mi literatura actual se llama Las hijas de Jezabel, y trata sobre mí misma, pero como la mujer biológica que no pude ser y rodeada de hijas (un montón). Cada una de ellas tiene una parte de mí, de lo que fui, de lo que soy y de los errores que cometí. No se inscribe en un género en concreto, pero es literatura para adultos. Hay mucho sexo, y al mismo tiempo es un reto para mí puesto que nunca había escrito sobre ello. Cuando era pequeña tenía un miedo por encima de todas las cosas: la soledad. Hay momentos en que una se siente como un gol en fuera de juego que nunca subió al marcador y por el que nadie protesta. En mi mundo paralelo, donde vivo junto a mis hijas de mentira, nadie es menos y todas valemos lo mismo. Y tampoco ninguna persona se siente sola... 




PREGUNTA. Jezabel, la literatura, tanto a la persona que antes eras como a la mujer que ahora eres, ¿en qué le ayudó y en qué te ayuda? ¿La literatura es una tabla de salvación en medio del naufragio? ¿O de qué se trata? 

RESPUESTA. Combinando esta pregunta con la anterior, personalmente creo que sí, que la literatura es una salvación en medio del naufragio. Todo autor o autora tiene una parte suya en sus historias, siempre. Podríamos decir que hay dos partes: la real y la ficticia, pero que fuera aparte de ser una afición o una manera de vivir, doy fe de que sirve como terapia al 100%. 

PREGUNTA. Vamos a mirar al futuro en lo literario. ¿Qué más planes tienes?  

RESPUESTA. Hace seis años dejé aparcada una novela de terror sobre el cáncer. La empecé a escribir el mismo día que me lo diagnosticaron. Detrás de mí se lo diagnosticaron a mi madre, y ella corrió peor suerte porque ya no está. Hace tres meses, cuando me dio por retomar la escritura, releí el borrador y avancé unos cuantos capítulos. Considero que es lo mejor que he escrito en mi vida, pero a pesar de que llevo casi quinientas páginas de Word, le quedan cerca de doscientas para concluirla, y actualmente es demasiado oscura para continuarla, así que estoy centrada en Las hijas de Jezabel. Por ahora no tengo en mente ninguna otra historia. 


Odio a mi otro yo, aquel chico que fui. Intento enterrarlo, pero revive. Creo que José es inmortal y, por más que quiera, no puedo destruir lo que fui 


Vivir en femenino desde el principio


PREGUNTA. Esa dualidad entre la persona que antes eras y la que eres ahora, es un asunto también muy literario. Especial. El espejo ya no revela aquel que fuiste, pero está ahí, se quiera o no. Tienes pesadillas con él, has asegurado. ¿Por qué no logras hacer las paces con José Losada? 

RESPUESTA. Me persigue todos y cada uno de los días de mi vida. A esa persona la querían. Yo, desde un principio, sé que soy una mala copia de aquella, pero era necesario hacerlo. No había otra. Era dar el paso sí o sí. Odio a mi otro yo, aquel chico que era. Intento enterrarlo, pero revive. Creo que José es inmortal y, por más que quiera, no puedo destruir lo que fui. Me encantaría que desapareciera. 

PREGUNTA. Antes de terminar, Jezabel, quiero que nos acordemos de todas aquellas personas que se encuentran en una situación como la que tú has vivido y que no se atreven a dar el paso definitivo. ¿Qué otros mensajes les enviarías? 

RESPUESTA. Necesidad y miedo son dos términos incompatibles. El lector debe saber que transicionar no se hace por gusto, sino porque se necesita. Cuando me realizaron la vulvoplastia escuchaba lo mismo todo el tiempo: “por fin tienes lo que querías”. No es correcto. No tengo lo que siempre he querido, sino lo que toda mi vida he necesitado, que es muy diferente, aunque se vea similar. Con esto quiero decir que ha de hacerse sí o sí, con muchas preguntas e inquietud, pero con decisión. No hay opción. Si la persona es realmente transexual, no tiene otro camino que el que le indica su interior. La flecha de esa brújula nunca se equivoca si apunta de verdad. Hay que prestarle atención, escucharla y sentirla. Cuando se está seguro o segura, se hace, sí o sí. Eso es todo. 

PREGUNTA. Qué le pides, Jezabel, al futuro, a la vida. Qué cosas le ruegas. Ella te ha convertido en muchas ocasiones en la protagonista de asuntos difíciles y dolorosos, pero ¿cómo le pides que te trate en los próximos años? ¿Qué esperas de ella? 

RESPUESTA. Hace mucho tiempo que vivo capítulos de mi propio epílogo, es una fuerza interior que no deja terminar la historia. Lo único que realmente le pediría a mi Dios, el día de mañana, y si es que existen tanto este como la reencarnación, es una vida femenina. Me daría igual ser persona o insecto, y me sería indiferente vivir ochenta años que diez minutos: Solo me gustaría pertenecer al universo femenino desde el principio. 

PREGUNTA. Para terminar, y como siempre hago en la última pregunta de este espacio de entrevistas llamado TRAMO SEÑALIZADO. CONVERSACIONES CON PERSONAS APASIONADAS CON SU OFICIO, te pregunto, y esta vez con más sentido que nunca: Jezabel, ¿merece la pena, a pesar de todas las dificultades del camino, de todas las caídas, apostar por ser uno mismo, por ser quién se es? 

RESPUESTA. Sin duda. Si no se es quien realmente se necesita ser, la vida no tiene ningún sentido; solo se está de paso sin vivirla de verdad. El típico dicho de: “Estás en el mundo por haber de todo” se inventó para las personas que no luchan por ser ellas mismas. La única forma de encontrar esos pequeños momentos que amamos, y que el mundo conoce como “felicidad”, es evolucionar, y para esto hay que hacer lo que realmente se necesita hacer siempre y cuando no perjudiques a nadie. Forma parte de lo más esencial del ser humano. 

Gracias, Jorge, por esta entrevista. Encantada de que hayas contado conmigo para formar parte de tu espacio. Un abrazo muy grande, y otro para los lectores. 





OTRAS ENTREVISTAS DE TRAMO SEÑALIZADO. CONVERSACIONES CON PERSONAS APASIONADAS CON SU OFICIO (pincha en los enlaces para leerlas):



























Comentarios

  1. Como te dije al final de la entrevista, estoy encantada de haber formado parte de un espacio tan maravilloso como este. Muchas gracias por contar conmigo. ¡Ha quedado preciosa! Abrazos.

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