Tramo Señalizado. Entrevista a Carlos Flores: La Vocación de la Radio en las venas

Carlos Flores: "Para ser locutor de radio te tiene que gustar mucho serlo. Te tiene que gustar contar a los demás lo que tú quieres que ellos sepan. Es un trabajo muy vocacional"





Lleva casi cuarenta años como locutor en Radio Valladolid de la Cadena SER, y se ha convertido en una de las voces de esta ciudad. A Carlos Flores (1960), locutor de vocación y de raza, le sobran ganas, alegría y humor para colocarse frente a un micrófono cada jornada como si fuera la primera vez, y así el oyente dibuja una sonrisa cada ocasión que le escucha y le considera como a un miembro más de su familia. Carlos Flores consigue esa 'familiaridad', concepto que le interesa mucho porque la radio es, aparte de muchas cosas, compañía y consuelo. Ha hecho de todo, o de casi todo en su trayectoria en las ondas, y piensa que la vida le ha tratado muy bien, que ha tenido mucha suerte ya que se siente querido y recompensado por sus muchas horas de trabajo. De la radio nadie habla mal, y de Carlos Flores, tampoco. Y eso es muy difícil de conseguir. Hablamos con este vallisoletano de su vida, de radio, y de lo que le queda por disfrutar. Entrevista con una de las voces que ha hecho felices a cientos de oyentes.


PREGUNTA. Carlos, de niño querías ser actor y director de cine, pero también DJ. Lograste pinchar en la mítica discoteca Caifás, en la calle San José de Valladolid. ¿Eras de los DJ amables y ponías las canciones que te pedían cuando se acercaban a la cabina?

RESPUESTA. Qué buenos recuerdos de cuando era disc jokey y tenía pelo... [se ríe]. Yo era muy amable con todos los que se acercaban a pedirme canciones a la cabina, y se acercaban mucho. Y si sobre todo era una chica jovencita de 18 o 19 años y te hablaba con una sonrisita, cómo no le iba a poner la canción, cómo no.

P. Te han denominado como una de "las voces de Valladolid", y no lo dudo. Llevas ya casi cuarenta años en la radio, en la Cadena SER, donde has hecho de todo, y no hay un vallisoletano que no te haya escuchado. Muchos hemos crecido contigo, y te lo agradecemos porque no solo nos has informado, sino que también nos has entretenido y nos has hecho sonreír, y todo esto espero que lo sigas haciendo por muchos años más. Si alguien te hubiera dicho en 1983, que fue cuando comenzaste en la radio, que te convertirías en una de esas voces tan especiales de la ciudad, ¿qué le hubieras dicho? ¿Te lo hubieras creído?

R. Pues te digo la verdad, no me lo hubiera creído. Porque cuando entré en la radio fue sin darme cuenta, casi sin querer. Una noche mi amigo Fede Gallego en un bar me dijo que necesitaban gente para la radio por la noche en Los 40 Principales, y sin pensármelo le dije que contara conmigo. Y ahí empecé por las noches, en un programa que se llamaba De Escándalo, que dirigía Fede Gallego, y era un programa de entrevistas, de música y de entradas de llamadas de gente que nos contaba lo que estaba haciendo en la noche, porque antes se salía por la noche hasta las tres y las cuatro de la mañana [se ríe]. Me senté allí y empecé a charlar con los oyentes, ponía un poco de música -la mesa de mezclas y sonido más o menos la sabía manejar-, y era como un entretenimiento para mí. La radio siempre me gustó, y además en aquella época Los 40 Principales vivía un boom, ahora lo sigue siendo pero no tanto como en aquella época. Y empecé allí como te decía, y poco a poco la radio me fue haciendo mella, me fue gustando, y mira, aquí sigo. En definitiva, que no, que no me lo hubiera creído si me hubieran dicho hasta donde he llegado.

P. La radio es muchas cosas, pero sobre todo es compañía, y hasta muchas veces consuelo. Además tiene algo que no tiene otros medios de comunicación: se puede hacer otras cosas mientras la vas escuchando, no te exige completa atención como la televisión o el periódico, ya sea en papel o en una pantalla. Pero, aparte de todo esto, ¿cuál es el secreto de la radio para que nadie hable mal de ella? Tú que tanto la conoces, ¿de dónde nace esa magia que posee y de dónde nacen esas buenas sensaciones que trasmite al escuchante?

R. Bueno, yo creo que la radio es una amiga, aunque sea una frase hecha. Es una amiga, y forma parte de la familia. Y si tienes un buen amigo, nunca hablas mal de él, o por lo menos no deberías. Sobre todo es familiaridad: estás en casa, con tu familia, y la radio siempre está de fondo. No se habla mal de ella, aunque alguien lo hará, pero es porque es una buena amiga que siempre está contigo, que nunca te falla, y que cuando quieres la apagas, y cuando quieres escucharla la enciendes. La radio no te da ningún problema. Pero lo que me gusta es eso que he dicho de la familiaridad. Cuando alguien me llama y me dice que me lleva escuchando muchos años y que soy como de la familia, me encanta, me emociona.

P. Como decía antes, has hecho de todo en la radio: en Los 40 Principales, en la Unidad Móvil en informativos, en programas de la tarde, has retransmitido los partidos del Real Valladolid, y ahora mismo por las mañanas en Hoy por Hoy, donde llevas muchos años... Pero, ¿cuál es la tarea que más te ha gustado hacer?

RESPUESTA. Me han dado todas muchas satisfacciones, todas. Hoy por Hoy llevo haciéndolo treinta años y me ha dado muchas alegrías, pero a mí hay una cosa que me gustó mucho siempre, y fue cuando llevábamos la Unidad Móvil de Radio Valladolid de la Cadena Ser. Todos los días salíamos a las nueve o nueve y media de la mañana en busca de la noticia, en busca de algo que ocurriera en Valladolid, y a veces tenías la noticia, pero otras veces no, no había nada. Estaba Carlos Blanco dirigiendo el programa y tenías que buscarte la vida. Y con la Unidad Móvil nos han pasado cosas increíbles como la persecución a los Garfia, uno de los casos más conocidos de asesinatos en Valladolid: recuerdo perfectamente a Paco Forjas que llevaba la Unidad Móvil de Radio Nacional de España, y yo que llevaba la de la Cadena SER, y estuvimos dos días detrás de la noticia y detrás de Garfia. Y ya en la ribera del río Pisuerga, cuando estaban a punto de cogerle, y vimos en la ribera que se movía algo, y muertos de miedo nos dijimos mirándonos a los ojos si nos acercábamos o no... y menos mal que al final lo detuvieron. Siempre que veo la imagen de la detección de los Garfia en la que salimos Paco y yo con nuestros micrófonos se me forma un nudo en la garganta. Fueron tres días de terror, de pánico y de mucho trabajo, pero fueron días también de satisfacción porque te iban dando paso desde la conexión nacional y lo ibas contando. También hubo otro caso que me dejó huella, y fue aquel atraco a un banco en el pueblo de Tudela de Duero. El atracador quería salir y no podía porque en aquel tiempo había que dar a un botoncito para que se abriesen las puertas, y el hombre daba al botón pero cuando estaba cerca de ellas para salir a la calle, se le cerraban. Y al final entre un servidor y un guardia civil apretamos la puerta y así pudo salir asustadísimo y lo detuvieron... A mí la Unidad Móvil me ha dado muchas satisfacciones, y aprendí mucho con ella.


 

      Sí, ahora se hace mejor radio, pero la radio de antes era mucho más entrañable. 


P. El mundo está cambiando, y la radio también. Seguro que es muy diferente a aquella de los años 80. ¿Hacia dónde va la radio? ¿Se hace mejor radio ahora que hace 30 años?

R. Técnicamente se hace mejor radio ahora, y es normal, porque los aparatos son totalmente distintos. Antes había diecisietemil aparatos que manejaban en la cabina Luis Arias y Paco Camino y Pedro Alonso y Martín, y verlo daba como grima. Pero ahora, con tres ordenadores y una mesa amplia, se hace sin dificultad. Ahora todo lo técnico es mucho mejor, sí, pero antes había mucha camaradería porque se hacía con mucha más gente; hablaban mucho entre ellos, se discutía para hacerlo de la mejor manera posible; también se improvisaba mucho más, y ahora se trabaja siempre con guion. Sí, ahora se hace mejor radio, pero la radio de antes era mucho más entrañable.  

P. Posiblemente una de las pesadillas de un locutor de radio es quedarse sin voz minutos antes de entrar en antena. Habrá muchos más miedos. Desvélanos, Carlos, cuáles han sido y son tus miedos como locutor de radio. En todos los sentidos.

R. Pues sin palabras no me he quedado nunca [se ríe]. No me corto mucho, y afortunadamente, eso nunca me ha pasado. Hay miedo con otras cosas. Por ejemplo, a que no aparezca el entrevistado; has quedado a que en una hora contestará al teléfono, y no contesta. Otro miedo es que dejen de funcionar todos los equipos a mitad de programa, y esto nos ha ocurrido, y tienes que hablar y hablar de lo que se pueda, o meto a alguien de la redacción y se solventa... Pero te voy a confesar un miedo que me preocupa mucho, y es un miedo onírico. Lo sueño muchas, muchas veces: estoy por ejemplo en la plaza San Salvador de Valladolid al lado de una librería porque voy a comprar un libro y miro el reloj y compruebo que son las doce y diecisiete minutos, y mi programa comienza a y veinte, y claro, veo que no me va a dar tiempo llegar a la radio a hacer mi programa, y entonces echo a correr como un loco por la calle Teresa Gil (u otros días es por la calle Santiago o por Vadillos), y además es que lo vivo, siento que no llego, no llego, y empieza el programa... y ya me despierto, menos mal... Es una sensación tan nítida y tan intensa y tan cierta, tan cierta, lo vivo de una manera tan real, que ese es mi mayor miedo. Por suerte he llegado siempre a tiempo a la radio.


La importancia de la ilusión 


P. Carlos, ¿qué es ser locutor de radio? ¿Qué debe tener alguien que desea dedicarse a esto? ¿De qué pasta hay que estar hecho?

R. Es difícil de contestar. Locutor puede ser mucha gente. Esto es como un albañil: al principio pone mal los ladrillos, pero luego los va poniendo bien; pues esto es lo mismo. En mis inicios en la radio, yo me puse a hablar, y dije muchas bobadas, pero luego fui puliendo poco a poco. Pero para ser locutor, lo primero es que te tiene que gustar mucho. Te tiene que gustar también trabajar muchas horas en ello; te tiene que gustar comunicarte con la gente porque debes saber que es un trabajo y un servicio cara al público, y te tiene que gustar mucho contar a los demás lo que tú quieres que ellos sepan. Es un trabajo muy vocacional. Si no tienes vocación, es muy difícil. ¿Y de qué pasta? Pues nada, con ser un poco calvo y tener un poco de morro como yo, ya está hecho [se ríe]. 

P. Te he escuchado en algunas ocasiones que para hacer radio hay que informar con rigor y entretener con humor y naturalidad. Tengo que decirte que tú lo llevas a cabo a la perfección. Transmites confianza y buenas sensaciones, logras que el escuchante se encuentre cómodo y no quiera apagar la radio o cambiar de frecuencia. ¿Ser un buen comunicador viene en el genoma, o un comunicador se hace? ¿Qué periodistas y locutores te han influido? ¿A quiénes consideras tus maestros?

R. Un poco en el genoma sí que viene. Yo soy de por sí optimista y tengo muy buen humor. Cuando me levanto, siempre lo hago con ganas de estrenar el día. Y eso, sin querer, lo trasmites, o por lo menos yo lo intento trasmitir. Quiero hacer llegar a los demás esa alegría, esa ilusión, ese humor. Es cierto que hay noticias que no puedes dar con humor, evidentemente, es así. Me decía alguien que suele escuchar el programa, el Hoy por Hoy, un político vallisoletano que está ahora en Madrid, y del que no voy a decir su nombre, que le encanta escuchar mi voz y mi buen humor en cuanto pasa el túnel de Navacerrada y pone la SER. Es eso: a mí me encanta saber que se alegran con mi sonrisa, y por ello intento siempre hacer el programa con muchas sonrisas, y es que además me salen de dentro, no lo fuerzo. 

¿Mis maestros? De los más antiguos, por decirlo así, me influyó mucho Joaquín Prats. Yo no tenía una gran amistad con él, pero nos tratábamos algunas veces, y me enseñó mucho. Recuerdo que una vez su programa, que se llamaba Asómate a la ventana, se iba a hacer en Valladolid. En el programa él llegaba en un helicóptero a una ciudad y la gente tenía que sacar sábanas blancas o pañuelos blancos en su barrio, y el barrio que más sábanas sacaba, ganaba. Y recuerdo que ese día él no pudo venir y me tocó ir a mí en el helicóptero e iba acompañado con el alcalde Tomás Rodríguez Bolaños que no dejaba de sudar, y Joaquín Prats me dio unos cuantos consejos para que todo saliera bien, y gracias a esos buenos consejos salió un programa estupendo. De él aprendí ese humor, ese desparpajo. Luego, evidentemente, de Iñaki Gabilondo, con el que entraba muchas veces en el Hoy por Hoy; de él se aprende siempre, qué te voy a contar; de Iñaki se aprende hasta de sus miradas, de una sola de sus miradas, no hace falta que hable. Y luego de los más cercanos, de Valladolid, de nuestro maestro Carlos Blanco, de los que muchos de los que estamos aquí hemos aprendido una barbaridad, que fue nuestro jefe de programas, y al que mando un saludo.



P. Valladolid. Tú, como muchos más, amamos Valladolid. ¿Qué tiene que decir de Pucela "una de las voces de la ciudad"?

R. Me parece una ciudad encantadora. A mí me parece una ciudad estupenda. Lo que pasa es que los vallisoletanos la defendemos poco. Pero a la gente, cuando pasa unos días en nuestra ciudad, le gusta. Le gusta su ambiente, sus monumentos, la historia que tenemos. Me parece una ciudad perfecta para vivir, perfecta para disfrutarla, perfecta para entretenerte; tenemos de todo. Cuando voy fuera, me dicen siempre que yo no puedo ser de Valladolid porque no soy serio, pero es que no todo el mundo aquí es serio, como tampoco en Sevilla todo el mundo es gracioso. La gente de Valladolid es encantadora; a mí me gustan los vallisoletanos. Cuando vienen de fuera, se sienten como en casa. Me parece una pasada de ciudad, estoy encantado con ella.

Cuando salgo de la radio, lo que me gusta es ir al cine y también irme de cañas. Son las tres cosas, mis tres aficiones favoritas: ir al cine, de cañas y escuchar la radio

P. Carlos, tanto hablar de tu labor en las ondas, pero, a ti, en tu tiempo libre, ¿qué te gusta escuchar en la radio?

R. Yo soy muy clásico, y como empecé haciendo 40 principales, por lo tanto a mí en la radio me gusta escuchar Los 40 principales. Tengo 60 años pero sigo escuchando Los 40, me encantan. También es verdad que escucho de todo y todo lo que puedo, porque me gusta mucho la radio, pero si tengo que elegir algo, Los 40. Y cuando salgo de la radio, lo que me gusta es ir al cine y también irme de cañas. Son las tres cosas, mis tres aficiones favoritas: ir al cine, de cañas y escuchar la radio.


La suerte de trabajar en lo que te gusta

P. Alguna vez te hemos visto en la televisión. Recuerdo algún telediario regional, un concurso. Pero parece que no quisiste ser infiel a la radio, o no mucho. ¿Qué ocurre con la tele, Carlos, que no te hemos visto más?

R. Estuve un año y pico haciendo el regional, el programa regional de TVE aquí en Castilla y León. Luego hice el concurso La Ruleta de los Zumacales aquí en la televisión de Valladolid y las dos experiencias fueron fantásticas. En la primera me lo pasé muy bien, era un trabajo distinto al de la radio, creo que fue en 1988 y tenía como director a Eras Lobato, otro de los grandes de la tele. Aprendí mucho también en ese medio. A mí me gustaba mucho hacer directo porque cuando grababas el programa, te tirabas tres o cuatro horas y yo era un poco gandul en aquella época. En La Ruleta de los Zumacales me lo pasé también estupendamente. Era una época en la que estaba a la vez en la radio y en la tele, era muchísimo trabajo. En aquella época además conocí a Jesús Hermida del que aprendí mucho. Nos llevaron al programa que hacía Jesús por las mañanas a los que hacíamos los programas en los centros territoriales para ver cómo ellos lo hacían, ellos tenían miles de cámaras mientras que nosotros teníamos dos o tres. La cosa es que tuve que elegir entre la radio y la tele, y ya en la radio me hacían contrato y tendría dedicación exclusiva con la SER y tuve que dejar la televisión. Ellos seguro que se quedaron tan a gusto, un pesao menos [se ríe], y no me han vuelto a llamar y tampoco voy a ir yo. Aunque la verdad que ahora no me importaría hacer un programita en alguna cadena, no estaría mal.

P. Te cuento una curiosidad. No es la primera vez que escucho a alguna vallisoletana decir que está enamorada de tu voz, y que alguna vez te ha visto andando por las calles o tomando algo en algún bar cerca de la radio, pero que no se ha atrevido a saludarte. Estoy seguro que te han ocurrido muchas curiosas anécdotas con escuchantes. Venga, cuéntanos algunas.

R. Todos aquellos y todas aquellas que me vean por la calle y quieran saludarme, que lo hagan, a mí me encanta y siempre me gusta, así que no tengo ningún problema, que me saluden. Sobre lo otro, me han ocurrido muchísimas cosas. Por ejemplo, que alguien me presentara a alguien y este decirme que yo no podía ser Carlos Flores porque Flores es más guapo que yo... Luego también hay cosas que no se pueden contar y no las contaré. Una muy curiosa fue una vez que Fede Gallego y yo habíamos quedado con una persona del ayuntamiento de Valladolid, y al llegar con el coche vimos que nos estaba esperando con otros cinco... Creo que nos querían currar, porque tenían una pinta... Menos mal que no paramos el coche porque en aquella época todavía se podía pasar con el coche por la plaza Mayor al ver la pinta de aquella gente y nos fuimos corriendo, pero es la única vez que he tenido algo complicado. Por lo demás, todo encantador. Y lo vuelvo a repetir: todos aquellos que quieran, que me saluden, que yo estoy encantado de la vida y es que me encanta, me gusta hablar con la gente, saludarles.

P. Carlos, tú que eres una persona apasionada con su vocación y con su oficio, y que por eso estás en este espacio de entrevistas TRAMO SEÑALIZADO. CONVERSACIONES CON PERSONAS APASIONADAS CON SU OFICIO, dinos por qué merece la pena luchar por hacer realidad los sueños.

R. Pues mira yo creo que es lo fundamental en la vida, hacer realidad lo que tú quieres hacer, es lo mejor que te puede ocurrir. Hay veces que se consigue y hay veces que no se consigue, pero te lo decía antes, esto de levantarse y decir voy a trabajar en algo que me gusta, es lo mejor que te puede ocurrir. Esa magia de pensar que estás haciendo algo que te gusta, algo que puede además en mi caso hacer feliz a la gente y entretenerla, cómo no vas a luchar por eso, es lo mejor que hay en el mundo. A mí me hubiera gustado también ser actor o director de cine, pero no luché por ello lo suficiente, quizá también porque en aquella época era difícil. Pero te voy a decir una cosa: siempre que entrevisto a un director de cine, siempre que entrevisto a un actor, les digo: "oye, ¿no tienes un papelito para mí? Mira a ver, hombre" [se ríe]. Nunca he hecho nada en el cine, pero sigo luchando por ello y algún día haré alguna escenita aunque sea sin frase.

P. Para terminar, Carlos, qué esperas del futuro. Cuáles son tus planes. 

R. Lo primero que le pido a la vida es que se pase esta pandemia del coronavirus, es lo primero porque es lo que más dolor nos está provocando. También que mi familia esté bien para seguir disfrutando de ella. Yo tengo pensado seguir disfrutando de la vida, y en seguir trabajando hasta que me jubilen. Pero cuando me jubile, quiero ir a pasar una temporadita a Nueva York o a Buenos Aires, no muy larga, pero sí ir a vivir a una ciudad distinta y grande tres o cuatro meses si tengo dinero. Claro, lo del dinero va a ser otro problema [se ríe]. Mi meta es esa: disfrutar un poquito por allí, y luego disfrutar de Valladolid que es la mejor ciudad del mundo, ¿no?

                               

                                Por Jorge Alonso Curiel


                                   


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