IMPOSIBILIDAD DE CAMUFLAJE. Roger Federer duerme con sus hijos

          IMPOSIBILIDAD DE CAMUFLAJE





             Roger Federer 

          duerme con sus hijos



                                       Por Jorge Alonso Curiel


Es muy difícil no entristecerse con la retirada de las pistas de este suizo inolvidable. Pero no solo por el espectáculo de su juego que ha regalado a todos los aficionados y espectadores, sino también porque es un hombre estupendo, un ser lleno de bondad, de noble corazón, y así ha dejado una huella imborrable. Es casi imposible no querer a este suizo guapo, elegante y repleto de sensibilidad y humanidad; no creo que exista alguien al que no le caiga bien. Ha sido un tenista de élite de comportamiento irreprochable, y que además adora a su familia; a su mujer y a sus hijos. Es imposible no quitarte el sombrero ante él, y querer estrecharle la mano mirándole a los ojos y decirle desde lo más profundo de tu corazón: “Te admiro, muchacho. Gracias por todo lo que nos has dado, y por ser un ejemplo no solo dentro de la cancha”.

Es un tipo familiar, que antepone siempre la estabilidad de su mujer y de sus cuatro hijos a todo el resto de asuntos. Por eso hasta se los llevaba al hotel de concentración y dormían todos juntos en la cama, a pesar de los inconvenientes que puede provocar para su descanso tan esencial y necesario. Es un padrazo y un marido tranquilo, seguro de sí mismo, risueño, amable. Conoció a su mujer en el año 2000, en la Olimpiada de Sidney, en la ciudad deportiva porque ella también era tenista, y desde entonces no se han separado. Ella se convirtió, tras una grave lesión, en su manager, y a partir de ahí la carrera de Roger fue de éxito en éxito. Es verdad, una vez más, que detrás de todo hombre ejemplar hay una mujer que es la base de todo, que le lleva por el buen camino. Su mujer es su clara referencia y con la que ha formado un inmejorable tándem; sin ella las cosas no habrían sido igual. 

Veinte Grand Slam ganados, y todos con la sensación de que los lograba casi sin sudar. Él encarnaba la sencillez con la belleza y la plasticidad sobre la pista. Y además, y como todos los grandes ganadores (como también Nadal o Djokovic), era un ejemplo de superación y de lucha. Recuerdo que en 2016 sufrió una grave lesión de la que no acababa de recuperarse y todos le daban por acabado; parecía que a sus 34 años ya no habría más Federer. Pero nadie puede con un campeón, con un fuera de serie, con un dios del tenis y del deporte, y al año siguiente, en julio de 2017 se hizo con su octavo Wimbledon, consiguiendo así ser el mejor tenista de la historia en hierba. Tardará mucho tiempo en aparecer un tenista de esta altura, de esa misma altura que Nadal o Djokovic, con los que ha mantenido una lucha memorable, y además muy limpia y llena de compañerismo y respeto, libre de altercados.

Y es que es un espectáculo verle sobre la pista. Su juego impresionaba por su precisión matemática, limpieza, elegancia, señorío y clase; era una verdadera sinfonía perfecta. Manolo Santana decía de él que parecía que tocaba el violín en medio de la pista. Roger Federer era y es el príncipe del tenis, el único tenista con imagen auténticamente bella, aristocrática, llena de distinción, que poseía además la melancolía propia de los artistas y de los reyes decadentes que ya no existen.

Federer es el hombre que quieren todas las madres para sus hijas, el perfecto yerno con el que todas sueñan. Porque es el padre anhelado, el idóneo compañero y un trabajador incansable al que nadie le ha regalado nada: él sabe bien que no solo con talento se consiguen los éxitos y las alegrías. Y porque es buena gente y tiene siempre una sonrisa para el que se le acercaba en la cancha o fuera de ella, y eso es, al final, lo más importante, lo que queda y lo que sirve para crear una vida de felicidad. Por tipos como él y como Rafael Nadal, llenos de modestia, competitividad, calidad, respeto y educación, este deporte ha creado muchos seguidores en estos últimos años, y esto nunca el mundo del tenis sabrá agradecérselo todo lo que merecen.

Disfrutar en vídeos de una de las tantos partidos que han disputado estos dos genios es algo indescriptible. Una lección de lucha, intensidad, talento, sacrificio, de inmejorable tenis y, sobre todo, de saber estar, de cortesía y educación. Más que otros deportistas o figuras mediáticas, los padres deberían poner como ejemplo a sus hijos a estos dos hombres que saben que a la victoria se debe llegar de manera limpia y cortés, con admiración hacia tu rival.

Hay deportistas que nunca se retiran del deporte aunque lo hagan. Que siempre estarán presentes. Y Roger, Su Majestad Roger Federer, es uno de ellos.






Jorge Alonso Curiel



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Comentarios

  1. Los deportistas nos enseñan a no cejar en nuestro empeño aunque las cosas se pongan feas. Cuántas veces hemos seguido adelante gracias a su influencia dentro y fuera de la cancha.

    Un abrazo.

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    1. Un ejemplo, sin dudas. Por eso es importante el deporte y los deportistas: nos enseñan muchos asuntos para no cejar en la persecución de nuestros sueños. Su disciplina y su fuerza psicológica son todo un ejemplo. Un enorme abrazo.

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