El Renacer de Pamela Anderson

  




El Renacer de Pamela Anderson 

 

Un recorrido sobre la vida de una de las mujeres más populares de los años 90, uno de los grandes mitos eróticos de los últimos tiempos, tras saltar de nuevo a la palestra, a sus 58 años, por su gran papel protagonista en The Last Showgirl, y por su relación sentimental con Liam Neeson 

 

 

 

Ya en 2023, Pamela Anderson (Columbia Británica, 1967), la rubia explosiva que tantos corazones aceleró en la década de los 90 como una de las protagonistas de Los Vigilantes de la Playa, volvió a ser noticia con la publicación de su autobiografía Con amor, Pamela, y con el estreno en Netflix del documental Pamela: una historia de amor.  

 

Pero ha sido en este 2025 cuando su figura ha vuelto a brillar en las portadas por dos asuntos: su exitoso regreso al cine, al protagonizar The Last Showgirl, la tercera cinta de Gia Coppola, estrenada en España el pasado mes de junio, en la que interpreta a una bailarina de cabaret venida a menos tras 30 años de trabajo y que le ha hecho estar nominada como actriz principal en la 82 Edición de los Globos de Oro; y también por su relación sentimental que ha comenzado con el actor irlandés Liam Neeson (1952), quince años mayor que ella, tras coincidir en el rodaje de The Nacked Gun, dirigida por Akiva Schaffer. El destino ha unido a dos seres heridos, marcados por el drama; la vida de Pamela, repleta de reiterados y conflictivos fracasos sentimentales y una niñez problemática, y a un hombre que residía en el dolor durante 16 años por la trágica muerte de su esposa, la actriz Natasha Richardson. 





 

La complicada vida de Pamela Anderson 

 

Su biografía parece escrita por el mejor guionista, o al menos por uno con gran oficio, aunque nada de ello pertenece al reino de la ficción. 

 

Aunque no se crea, desde pequeña Pamela Anderson quería ser bibliotecaria. Y no es una broma. Era una joven con inquietudes intelectuales, a la que le sobraba sensibilidad, pero la vida la condujo a otros terrenos. La llevó a dedicarse a lo primero que encontró, y que no fue otra cosa que ser, recién cumplidos los veintidós años, portada de la revista Playboy y a levantar todo tipo de pasiones. Y de ahí a protagonizar una de las series con más éxito de la caja tonta, vestida solo con un bañador rojo fuego, en la piel de una vigilante de la playa que la hizo ser la chica más deseada del sistema solar y la actriz que facturaba más dólares de aquella última década del siglo XX.




 

Pero ¿por qué esta futura bibliotecaria cambió el rumbo de su vida? Esto lo cuenta con todo detalle en su autobiografía Con amor, Pamela; y también en Pamela: una historia de amor, dirigido por Ryan White, el documental que Netflix estrenó hace dos años para todos sus suscriptores. Y la razón no es baladí. Quería huir de un hogar, de la casa de sus padres, que era de todo menos un acogedor refugio. Pamela ha tenido una vida, lejos de lo que se pudiera suponer, llena de amargura y dolor; casi una pesadilla a causa de los demás, de los otros, que como decía Sartre, sabemos que son el infierno. A pesar de ello, en los últimos años, en su refugio de su cabaña en Canadá, donde ha vivido con sus padres y con sus dos hijos veinteañeros Dylan y Brandon, ha seguido sonriendo, aunque con cierta amargura y tristeza, pero sin dejar de creer en la bondad que pueda existir en el mundo, apostando siempre por el poder salvador del arte y la cultura, aunque ya sin esperanza en lo que podían ofrecerle los hombres. Tras muchos fracasos y decepciones, ha estado tres años soltera y asegura que han sido los mejores de toda su vida. Y no es de extrañar. Para nada. 


Pamela, en la actualidad


Y es que cualquier otra mujer, con todo lo que ella ha vivido, estaría hundida en el fango, traumatizada y desesperada, totalmente descreída, pero a ella le sobra fuerza y sabe que la vida es saber resistir, aguantar, aunque en algunos momentos los ánimos nos abandonen y hasta se tome la decisión de quitarse de en medio, como ya lo intentó aquella vez en la que se tragó un bote de pastillas con un vaso de vodka, cuando su relación con su marido Tommy Lee, y en pleno éxito de Los Vigilantes de la Playa, le hacía sufrir un infierno. Por suerte, aquel cóctel le hizo vomitar antes de meterse en la bañera. 

 

La Dura infancia de Pamela 

 

Pero todo empezó mucho antes, cuando era niña. En su casa vivía un cuento de terror. Su madre, ama de casa y camarera, a diario le echaba la culpa de haberle roto la vida porque tuvo que casarse cuando era solo una adolescente al saber que estaba embarazada. Además, otros gestos crueles con la niña en la vida cotidiana no eran lo más conveniente para que Pamela sintiese que vivía en un verdadero hogar y creciera con sosiego.    

Pero su padre tampoco era un ejemplo de buen padre. El tipo, jugador de póker, poeta y piloto de coches, era un alcohólico cruel y salvaje que pegaba y maltrataba a su mujer y traumatizaba a sus hijos. Anderson recuerda cómo ahogaba a sus gatos delante de ella. Muchas noches la madre montaba a la niña y al hermano de Pamela en el coche y huían sin rumbo; aunque después, desconsolados, volvían a casa. Todo un infierno. 


Abusos sexuales  


Las cosas no acaban ahí. Pamela sufrió, además, en esa importante etapa de la vida, entre los 6 y los 10 años, los abusos sexuales por parte de la niñera que los cuidaba, y la niña nunca se atrevió a confesarlo a sus padres porque se sentía culpable, y porque creía que no le harían caso.   

Pero los abusos no desaparecerían. Al cumplir los 12, fue violada por un veinteañero al que la policía nunca pudo encontrar; y a los 14, un chico con el que tenía una relación y sus seis amigos la violaron una noche al salir de una fiesta. Así fueron sus primeras experiencias sexuales... Y el único refugio que tenía eran los libros y su propia imaginación. Los libros y esa inquietud por formarse e instruirse. 

¿Todo aquello la marcó convirtiéndola en una mujer vulnerable que la hizo tomar malas decisiones en su vida adulta? Quizá exista alguna relación. Pero no en el terreno laboral, ya que no puede quejarse: éxito en series y programas de televisión, algunos trabajos en cine y su actual éxito con The Last Showgirl, su debut en Broadway, en 2021, en el papel de Roxie del musical Chicago, con el que consiguió elogios de la crítica y del respetable. Sus malas decisiones han sido otras: al elegir a los hombres con los que ha intentado formar una familia. 


Pamela y sus hombres 


El ejemplo de amor tóxico de sus padres tuvo que ver cuando eligió al primero de ellos. Fue el archiconocido Tommy Lee, el alocado y problemático batería del grupo Mötley Crüe, con quien se casó en una playa mexicana en 1995 al cuarto día de conocerse. Su aspecto y su aura de chico malo, que le recordaba a su padre, la enamoró, y tuvieron un primer año de matrimonio maravilloso, hasta que ocurrió el famoso robo en su casa en el que se llevaron los vídeos caseros donde la pareja aparecía practicando sexo. A partir de ahí, las cosas cambiaron. El batería se volvió controlador, celoso, posesivo, y hasta entraba en cólera cuando ella tenía que rodar escenas con otros hombres. Incluso obligó a Pamela a llevar un busca en el bañador. Totalmente enfermizo.  


Pamela y Tommy Lee, en los años 90

El día que se intentó quitar la vida con ese frasco de somníferos fue después de un suceso que protagonizó (quién iba a ser) el controvertido Tommy. Enajenado, se montó en su coche y se estampó, en un descanso de un rodaje, contra el remolque en el que ella se cambiaba de ropa y recuperaba fuerzas. Después la montó en el coche y la llevó a casa, donde la encerró y se fue. Al día siguiente, en el hospital, la buena noticia es que, tras reponerse de su intento de suicidio de esa noche, le dijeron que estaba embarazada de su primer hijo. El segundo vendría un año más tarde. 

Después vendrían cinco bodas más, pero ninguna le hicieron feliz. Con ninguno volvería a experimentar el amor verdadero, ese flechazo instantáneo, que sintió con Tommy. Ni con el músico Kid Rock en 2006; ni con su amigo Rick Salomon en 2007, un jugador profesional de póker que se hizo célebre por protagonizar un vídeo sexual con la laboriosa Paris Hilton, y del que se separó tres meses después por la afición del muchacho al crack. Aunque en 2014 se dieron una nueva oportunidad y volvieron a casarse, y esta vez la pasión les duró seis meses, debido a que el jugador de póker se empezó a poner también algo celoso. 

Después se unió en matrimonio en Francia con el futbolista Adil Rami, que jugó en los equipos españoles del Sevilla y el Valencia, y del que se distanció al descubrirle en los brazos de su exmujer. A continuación, llegó a su vida el productor de Hollywood Jon Peters que, en un SMS (qué poca clase), le anunció cinco días después de la boda que no estaba preparado para el matrimonio. Y por último, y en su viaje a Canadá en 2020 para instalarse en la cabaña en la que reside, se lio con el contratista que le arregló la casa, porque creía que se trataba de un hombre normal y eso era lo que deseaba, tras tanta vorágine. Sin embargo, el señor no era tan normal, y el tipo le pedía dinero constantemente y ella tenía que cocinar para toda su familia... Harta, Pamela le pagó para que desapareciese y no volver a verlo. 


Su actual vida sosegada  


Así no era extraño que Pamela no quisiera saber de los hombres... hasta haber encontrado ahora al bueno de Liam. Ella solita se encontraba bien. No tuvo suerte al nacer en la familia que nació, ni al conocer a sus parejas. Detrás de ese cuerpo de infarto que sigue manteniendo a sus 58 añitos, se esconde aquella niña herida, una mujer desconsolada que lo único que ha deseado era formar un hogar feliz, con un compañero que la respetase. "Es difícil estar con alguien de quien todo el mundo quiere un trozo", declaraba hace tres años. "Tus parejas se sienten castrados y no tienen ese control sobre ti". 


Pamela en su casa de Canadá


Pamela quería estar tranquila y tratar de convivir con sus hijos y con sus padres (sí, también con sus padres), a los que se había llevado a su casa de Canadá, en la isla de Vancouver. Quería permanecer alejada de los focos, sin parar de leer libros de filosofía, psicología, parasicología y arte que tanto le han servido, valorando los trabajos que la ofrecieran sobre los escenarios o delante de una cámara, y pensando algunas veces con nostalgia en lo que hubiera sido su existencia si hubiese trabajado en una biblioteca. Su vida tiene similitudes con la de Marylin Monroe. Las dos tan sensibles y románticas, tan buena gente. Quizá las dos rubias explosivas más famosas y deseadas de todos los tiempos. Leer la autobiografía de Pamela Anderson recuerda de nuevo lo que decía aquel, que la vida no es más que una broma, una broma macabra. 

Solo hay que desear que, en su nueva relación amorosa haya encontrado, al fin, lo que buscaba y lo que merece. Liam es un buen tipo, con ya 73 años en su mochila, y pueden formar una pareja madura que disfrute sin sobresaltos de todo lo que aún el mundo les puede ofrecer. Veremos. 








 



 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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