Los Estrechos Senderos de la Normalidad (Sobre por qué alguien quiere ser escritor)

 



   Los Estrechos Senderos de la                           Normalidad


                                 Por Jorge Alonso Curiel


Es un misterio. Todo un misterio que seguramente nunca tenga una explicación ni una respuesta. Quizá sea una patología o un desajuste neuronal, un desequilibrio que explique un acto que no tiene mucha lógica y que no entra en los estrechos senderos de la normalidad –la normalidad, ese otro gran enigma, ¿qué es la normalidad?–.

El misterio al que me refiero es al motivo por el cual una persona –un joven o un adolescente o un individuo maduro o hasta un anciano– coge unas hojas de papel o enciende la pantalla de un ordenador y se pone a escribir sobre un asunto acontecido o inventa un mundo de ficción en el que unos personajes que no existen realizan unos actos decisivos para sus vidas y para las de otros personajes. Es un misterio inmenso el porqué unos hombres o mujeres sanos, y mentalmente equilibrados o supuestamente equilibrados, y en plena juventud–, descargan ante el desierto blanco del folio todo lo que se le ocurre.

Pero el enigma se acrecienta cuando una persona decide dedicar su vida enteramente a eso, y convertirse en escritor. Que su camino sea la literatura y crear mundos negro sobre blanco que quizá no interesen a demasiadas personas, o a casi nadie; un camino que es un oficio y un modo de vida, una manera de estar en el mundo y de entenderlo.

Porque no es "normal" encerrarse en una habitación y crear un universo y unas vidas; no es comprensible para muchos elegir esa opción para vivir su tiempo, el tiempo que nos han regalado, cuando hay tantas cosas más provechosas que hacer, y tantos lugares que conocer, y tantas pasiones que disfrutar, tantas personas interesantes con las que conversar y tantos amores que vivir, aunque estos amores en muchos casos sean nocivos y perjudiciales.

Hay tantas cosas por hacer y por vivir que parece que dar la vida por las letras sea una locura y un despropósito. Hasta una aberración contra el continuo movimiento y el continuo conocimiento que recomiendan los más sabios.

Porque ¿qué es lo que reciben los escritores a cambio de su trabajo? En general, es muy poco. Es escasa su recompensa por un trabajo tan duro y prolongado, tan exhaustivo y refinado. El estado y los gobiernos nunca les han tratado muy bien, de manera adecuada. Es más, los artistas han sido siempre los huérfanos del sistema, los que reciben las sobras y las migajas de los presupuestos y de su atención. Los escritores y los artistas son y siguen siendo los grandes olvidados, ya que la economía con mayúsculas y otros aspectos tienen prioridad, están a otro nivel. Por este lado, pocas alegrías tienen los autores. 

Pero por otra parte, tampoco tienen muchas satisfacciones. Me refiero a que en más de un 90% sus obras publicadas no tienen una gran repercusión, la acogida deseable por parte de la Crítica y del público. Porque unos pocos libros solo alcanzarán ventas millonarias y llegarán a muchos lectores, ya sea por culpa del público, de la editorial, de la publicidad, del "boca-oreja"...

Es decir, muy pocos libros y muy pocos escritores tendrán ese éxito buscado. Entonces, ¿qué busca el escritor escribiendo y queriendo publicar y distribuir su obra cuando es casi seguro que no va a tener éxito, o tan solo un moderado éxito? Es un enigma.

Y no acaba aquí el misterio. La estupefacción continúa cuando sabes que, en muchos casos, el escritor paga por publicar sus libros, la llamada autoedición; o que publica gratis sin un sueldo y con una mínima recompensa económica, de un 10% de lo que se venda. O cuando se escribe sin tener un editor ni la seguridad de que alguien se lo vaya a publicar, de que a alguien le guste y quiera darle una salida para darlo a conocer. Entonces, ¿qué enfermedad inoculada es esta de "gastar" la vida en este oficio tan inseguro y dudoso, repleto de vacilaciones y penas, tan maltratado?

Tener vocación literaria, visto así, es un problema para el que decide entregarse a este "sinsentido". Desde fuera, puede parecerlo. Por eso, quizá, un escritor, antes que otra cosa, es alguien que provoca lástima, o pena. Alguien a quien se compadece, y que vive en los límites de la sociedad porque está muy lejos del materialismo y muy cerca de las quimeras y de las utopías; de la locura, de los sueños.

Aunque lo que no despierta ninguna duda es que el escritor vive profundamente su enfermedad, su diferencia, y lo hace con gozo, disfrutando de cada segundo de su experiencia vital que muy pocos entienden. La literatura es su vida, su principio y su fin; lo es todo para él. Y ya por solo esto, está justificado todo lo demás. Nadie entiende a los escritores, pero es que tampoco ellos esperan que se les entienda. Los psiquiatras aún no han dado con la respuesta, aunque tampoco es necesario. El escritor, el artista, es un misterio, un agujero negro inexplicable. Y de ahí también su interés.

Quizá son los únicos poseedores de una verdad que nadie más conoce ni jamás conocerá. Los escritores como seres mayúsculos, para siempre. Tan inmersos en el juego, pero también en la vida, aunque parezca lo contrario.


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