El Desamor, ay, el Desamor... (Dos poemas)
Dos poemas de desamor
La Hoguera
En la carretera, desde el coche,
aquella madrugada de invierno,
lenta bajaba la niebla,
y en un bloque bajo de pisos
resplandecía la luz de una sola ventana.
Quien estuviera allí dentro y yo
parecíamos los únicos seres con vida
en un mundo deshabitado.
Dicen que a esas horas
los únicos despiertos
son seres que sufren por amor.
Cerca detuve el coche.
Tras bajarme,
sin dejar de mirar aquella luz
–el frío en mis sienes,
el vaho de mi boca
a cada paso resonante de precipicios–,
me acerqué
como quien lo hace
al calor de una hoguera.
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Otra cosa de ti
Quisiera que entraras por la puerta
de mi hogar
como esta brisa cálida de julio
que recorre como un torbellino todas las
habitaciones,
acariciando con manos suaves y consoladoras,
sin hacer ruido y sin dañar
lo que alcanza.
Quisiera, sí,
que entraras de esta manera en mi hogar
y siguieras de este modo
para el resto de la vida.
En cambio,
después de tu llamada y de recibirte
con las ganas de un náufrago,
tu rostro tiene el frío azul del invierno,
y tus pasos al entrar
resuenan en una cárcel infinita.
Quisiera, ya digo, otra cosa de ti.
Todos buscamos esa hoguera en la noche y no la soltamos cuando la hallamos en un buen amigo, una pareja o sencillamente un libro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad, José Antonio; esas hogueras son muy necesarias. Espero que estés bien; no te saludaba desde hace un tiempo. ¡Un fuerte abrazo!
EliminarSiempre el amor ...arrastrandonos hacia la dicha o la muerte...perseguido o persiguiendonos...siempre el amor.
EliminarUn asunto que no deja de inquietarnos. Quizá somos sus esclavos.
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