"La Llegada". Poema de Jorge Alonso Curiel sobre la ansiada primavera
Hay ganas de primavera. Hay ansias de renacer. Por eso, un poema sobre ello.
La Llegada
No duda el hombre herido
al avanzar por la naturaleza renovada,
por la primavera maestra de júbilo,
en el olvido de las sombras que se convirtieron
en pasajeros de vagones que no conciben extraviarse,
en el resurgir de la vida en los campos, en el mundo.
en el olvido de las sombras que se convirtieron
en pasajeros de vagones que no conciben extraviarse,
en el resurgir de la vida en los campos, en el mundo.
El hombre herido deja tras de sí ya solo
huellas en las que florecen los frutos amables y coloridos
de la esperada estación del aire claro,
de los días en los que el refugio se encuentra en cualquier esquina,
y todo es ilusión,
y el pasado no existe.
No existen, no, ni las llagas ni el resquebrajamiento final
de las almas rotas,
ni la aparición que nublan los ojos de las tormentas tan oscuras
como noches en las que cualquier atisbo de esperanza
es un sueño incumplido.
El regreso de la vida al mundo es la oportunidad
para los extranjeros eternos de la existencia,
para los luchadores que han perdido el destino y no conocen
el regreso a la luz, el sendero de lo esperado.
El hombre camina entre destellos de serenidad,
reconoce el sosiego y se asombra, se asombra
de que la bruma haya desaparecido tras el dolor
del que no creyó nunca que tuviera un punto definitivo.
La primavera alfombra como el mejor pintor de palacio;
las amapolas son el fuego que no quema ni destruye;
el sol acaricia y besa la piel, revive su ceniza;
se escuchan los cantos de los pájaros alocados que celebran
el reencuentro sobre las ramas
en las que se crea el rumor que llega a los hombres,
susurros de la verdadera dicha.
Bracea en sus mares dulces y acogedores,
no es el momento de la sal que todo lo endurece,
es el tiempo de entornar los ojos y navegar en la brisa que a nadie estorba.
El hombre se sienta en la fuente y escucha el murmullo
en medio de la tarde,
en la tarde infinita y clara y pura, carente de funestos gritos,
de sombras que avanzan invencibles.
Todo dibuja el cuadro más inolvidable.
La estampa en la que la vida se basta a sí misma,
y ya no es necesario nombrar su existencia.
El hombre camina confiado entre la espesura,
y ya sus ojos solo saben de horizontes.
y ya sus ojos solo saben de horizontes.
Me encanta, ojalá podamos llegar a disfrutar de esa paz. Al leer tu poema me acordé de momentos felices de mi vida, ojalá pueda volver a vivirlos. Hoy por un rato, que repetí varias veces, lo fui. Si
ResponderEliminarTambién deseo que les toque poder disfrutar a muchas personas que ahora lo están pasando mal. Yo respiré profundamente y pude hasta sentir el ruido del agua....Gracias
Cuánto te agradezco tu tiempo para leer este poema que intenta reflejar lo que sucede con la vuelta a la vida de la naturaleza y con el regreso de la luz en nuestras vidas. Muchísimas gracias por tu tiempo, y me llena de orgullo que te haya ayudado a recordar las sensaciones de la llegada de la primavera, y a rememorar grandes momentos de tu vida llenos de luz y felicidad. ¡Un enorme abrazo!
EliminarLa epifanía de la primavera que describes es toda una declaración de intenciones: querer es poder. O mejor dicho, creer es poder. Esperemos que no nos deje caer en la tentación, tan humana, del pesimismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esperemos que no nos atenace ese pesimismo, compañero. Esta primavera y este verano de 2022 he prometido no caer en él, y disfrutarlo como nunca. Quiero luz, luz, y calor, y nada me lo va a estropear. ¡Un enorme abrazo!
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