Crítica de "Pedro Páramo", de Rodrigo
Por ello, la adaptación cinematográfica de esta cumbre literaria ha causado y sigue causando mucho respeto, no solo por ofrecer un film que esté a la misma altura de la obra inmortal y pieza clave de la literatura mexicana, sino también por lograr una cinta que plasme la compleja esencia de una historia que no pasa casi de las cien páginas, aunque llena de silencio y voces, de muerte y pasado, de misticidad y fantasmas, de amores y dramáticos desamores, de sutil sensibilidad y desolación. De humanidad en estado puro.
Así, se han realizado hasta ahora cuatro aproximaciones al universo protagonizado por el cruel y desalmado cacique Pedro Páramo y su hijo Juan Preciado. Quizá la más acertada sea la dirigida por el director mexicano José Bolaños, en 1976, que recibiera tres premios Ariel, mientras que las adaptaciones de Carlos Velo, en 1966, y la de Salvador Sánchez de 1981, quizá no poseen el mismo resultado.
¿Y era necesaria una nueva versión de esta obra imperecedera? ¿Un cuarto intento que finalmente acertara plenamente y consiguiera la gran película sobre Pedro Páramo? ¿Y por qué no? Aunque no se logre, aunque tal vez sea una empresa probablemente imposible, el solo hecho de colocar la obra de nuevo en el foco informativo, en la palestra, ya es un acierto.
Estrenada en la plataforma digital Netflix este pasado 6 de noviembre (aunque se proyectó en el Festival de Toronto de este año, en el de Morelia y se pudo ver también del 25 al 29 de octubre en salas de Ciudad de México), y dirigida por Rodrigo Prieto (1965), estupendo director de fotografía de cintas como El Lobo de Wall Street, Barbie, El Irlandés, Babel o Amores Perros, el mexicano se atreve en su primer largo como director, tras dirigir tan solo un cortometraje, Likeness, con esta empresa tan compleja y arriesgada.
Manuel García Rulfo como el cacique Pedro Páramo |
Un proyecto que ya se intentó en 2007, en la que Gael García iba a encarnar a Juan Preciado, con guion y dirección del español Mateo Gil y siendo el propio Rodrigo Prieto quien se encargara de la dirección de fotografía. Pero ha sido ahora cuando se ha podido llevar a cabo, manteniendo el guion de Mateo Gil, con Nico Aguilar en la fotografía y un reparto en el que Manuel García Rulfo y Tenoch Huerta protagonizan a Pedro Páramo y a Juan Preciado, respectivamente.
"Rulfo nos hace reflexionar sobre cómo el pasado nos pesa", ha declarado el director sobre este libro, con el que tiene una gran conexión desde la escuela, y por tanto ha supuesto para él "un reto apasionante y un viaje profundamente personal". Y es que es cierto: Pedro Páramo es la gran historia que recuerda la importancia que tiene el pasado sobre nosotros, su valor transcendental e inmarcesible, de imparables consecuencias, y en donde se reflexiona también sobre el peso de la memoria, porque somos memoria y estamos hechos de ella. La presencia del pasado como eternidad.
"Vine a Comala, porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo", así se inicia esta novela que merece leerse una y otra vez, o incluso por primera vez, y que esta adaptación de Rodrigo Prieto puede despertar el deseo de acercarse a sus páginas tras verla en la pantalla o antes de sentarse a verla, que sería lo más recomendable. Sea como fuere, el espectador encontrará una digna nueva versión, aunque demasiado correcta, rodada e interpretada con oficio, con una primera hora que atrapa e interesa, pero que se va desinflando poco a poco hasta el desenlace. No es la gran adaptación que se esperaba, y que se seguirá esperando, aunque puede servir como un acercamiento al universo de Rulfo, ese escritor que hablaba tan poco, y autor de otra obra maestra como es el conjunto de relatos El Llano en Llamas.
Trailer Oficial:
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