Crítica de "Pobres Criaturas", de Yorgos Lanthimos: La Historia de una mujer inolvidable
Hace un tiempo un amigo me dijo que prefería no ver las películas de Yorgos Lanthimos (1972) porque eran demasiado inquietantes y le ponían mal cuerpo. "Son cintas de terror psicológico, y yo no quiero pasarlo mal", me aseguró.
Y es que es verdad que su cine tan personal y descarnado parece estar hecho sobre el filo de un cuchillo, y que resulta una pesadilla fría y desasosegante que nos remueve lo más profundo, y por eso para muchos espectadores la experiencia de acercarse a sus extrañas obras puede ser desagradable, aunque no deje de resultar nunca una auténtica experiencia que a nadie deja indiferente. Así se comprueba en cintas como Alps, Langosta, Canino o El Sacrificio de un ciervo sagrado.
Pero lo que tendría que decirle ahora a mi amigo es que, en su nuevo largometraje Pobres Criaturas, que ganó el León de Oro en la pasada Mostra de Venecia y el Globo de Oro a la Mejor Comedia, está más presente el humor que en sus anteriores cintas, un humor muy particular y descacharrante por momentos, que se intrinca de manera conveniente en este relato ambientado en la Inglaterra victoriana, en este "cuento de hadas siniestro", como el mismo Lanthimos lo ha definido.
Sinopsis de Pobres Criaturas
Pobres Criaturas, basada en la novela homónima de Alasdair Gray, cuenta la historia de Bella Baxter, una joven embarazada (Emma Stone) que se intenta suicidar desde un puente de manera romántica y cuyo cuerpo, aún con signos de vida, es rescatado por el excéntrico doctor Godwin (Willen Dafoe) que se dedica a experimentar con los cuerpos, un doctor menospreciado por la sociedad médica que recuerda al doctor Frankenstein y al doctor Moreau, y que transplantará el cerebro de la criatura no nata a su propia madre, en un intento de crear un ser humano con el fin de controlarlo y educarlo desde sus inicios sin permitarla salir al mundo exterior y hasta buscándole un esposo en un estudiante de medicina que contratará como ayudante. Pero la chica crecerá, comenzará a cuestionarse cosas, a descubrir su propia sexualidad a la que se volverá adicta, y a querer traspasar los muros de aquella mansión. Así, aprovechando la visita a la casa de un abogado libertino y libidinoso interpretado de manera brillante por Mark Ruffalo (nominado al Oscar como actor secundario), se marchará con él y descubrirá el mundo, un mundo que le sorprenderá pero que le hará aprender y descubrir su propio camino, en un relato que apuesta por el empoderamiento de la mujer.
Gran interpretación de Emma Stone
"Mi principal objetivo siempre ha sido crear personajes complejos y cargados de verdad", ha declarado el director, y el espectador lo comprueba una vez más en este relato de iniciación con tintes góticos. Emma Stone borda un personaje inolvidable y muy peculiar que rebosa humanidad y humor. Es una de sus mejores interpretaciones hasta la fecha y por el que ya ha ganado este año, entre otros, el Globo de Oro. "La película existe gracias al brillante trabajo de Emma Stone", asegura Lanthimos. Su cine es un cine de atmósferas (es un gran creador de atmósferas), pero también lo es de personajes en los que deposita el interés de sus historias, y en los cuales se comprueba uno de los temas que más preocupan a este cineasta dueño de un estilo tan característico: la debilidad y el sufrimiento humano.
Pero no solo merece destacarse el personaje y el trabajo de Emma Stone. El incombustible Willen Dafoe logra otro de sus trabajos más destacables como el Dr. Godwin, el padre de esa criatura y su posterior pigmalión que resultará ser su gran obra. Un doctor con un pasado marcado física y psicológicamente por su progenitor que le inició en "jugar" con seres vivos. Inolvidable Dafoe, y por eso sorprende su ausencia en las nominaciones de los Oscar.
Soberbia Fotografía y Dirección artística
Pero no solo hay que destacar lo dicho anteriormente, también hay que hacerlo de la ambientación, la fotografía, el vestuario y la dirección artística con los que logra, en su artificiosidad y barroquismo, una atmósfera tan lograda y absorbente que combina la vieja escuela con las nuevas tecnologías. El director lleva a cabo su deseo de hacer una producción visualmente tan cuidada y algo kitsch como las de Michael Powell y Pressburger, una estética que afirma la continua e inquieta experimentación de este cineasta inclasificable que tiene como maestros cinematográficos a autores tan dispares como Robert Bresson o John Cassavettes.
Es cierto que no es para todos los públicos, claro que no, pero quien conecte con esta pieza tan personal y original, y que no es una adaptación literaria al uso (con claras diferencias de su referente literario), disfrutará de un suculento plato de cine de autor. La cinta, una vez pasada su primera media hora, va creciendo e interesando cada vez más, y no se hace largo su metraje de dos horas y veinte minutos. Un largometraje insólito Pobres Criaturas que habla de uno de los temas de mayor importancia en la actualidad (y más necesarios): el empoderamiento de la mujer.
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