SEMINCI 68 Edición. Cuarta Jornada (martes). Sección Oficial

 

Foto Alonso Curiel 


SEMINCI 68 Edición. Cuarta Jornada (Martes). Sección Oficial

Foto Seminci

Una jornada en la que la actriz francesa Nathalie Baye recogió la Espiga de Honor por toda su carrera

    

                              Por Jorge Alonso Curiel 




Samsara: Un viaje de meditación 

"Esta cinta nace de mi necesidad de experimentar con el lenguaje cinematográfico". Estas palabras del director español Lois Patiño (1983) en la rueda de prensa posterior a la proyección de Samsara, su tercer largometraje, en la Sala de los Espejos del teatro Calderón de Valladolid, definen claramente su manera de entender el cine. Esta vez, este director inquieto e intenso, que realiza un cine muy personal lleno de belleza, preciosismo visual y espiritualidad que tiende a la transcendencia, y en el que los lugares y los espacios influyen en los personajes, quiso hacer con Samsara "una cinta para ver con los ojos cerrados" para captar lo invisible, y "desde la concepción budista". Para el director gallego las imágenes son una semilla que después crecen en el espectador, convirtiendo sus películas en un "viaje profundo", en una experiencia fílmica muy peculiar. 

Y esto lo logra en Samsara, haciendo que su filosofía de "belleza más misterio", de buscar la emoción a través de la belleza en la imagen, consiga que el espectador viva una experiencia sensorial, sinestésica y meditativa inolvidable. 

La historia empieza cerca de una cascada milagrosa en el sudeste asiático y viaja a un pueblo pesquero del este de África para mostrar dos sistemas de creencias y dos maneras de vivir. En los templos budistas de Luang Prabang conviven cientos de adolescentes. Uno de ellos lee el Bardo Thödol a una anciana, un texto que se lee a las personas antes de fallecer, ya que sirve como guía para conducirse en el más allá. La anciana fallece y acompañamos a su espíritu hasta su reencarnación en su siguiente cuerpo, y que no es otro que un cabrito en un pueblo costero de Tanzania. 

Es una experiencia repleta de poesía y meditación que se dirije directamente a lo más profundo de los que se acercan a esta cinta que opta a la Espiga de Oro. Premio Especial del Jurado de la sección Encounters en el pasado Festival de Berlín.




Sala de Profesores: Un colegio como laboratorio y reflejo de la realidad

La siguiente cinta del día de la Sección Oficial a competición fue Sala de Profesores, del director alemán Ilker Çatak (1984), su cuarto largometraje. Cuenta la historia de Carla, una profesora vocacional de matemáticas y educación física que se estrena en el mundo de la enseñanza con un empleo en un centro de secundaria. La situación se pondrá tensa cuando en el colegio ocurren una serie de robos y las sospechas recaerán en un alumno pakistaní. Pero Carla quiere descubrir la verdad por su cuenta, y los acontecimientos se sucederán hasta llegar a crear una situación insostenible. 

Ganadora de los principales premios del cine alemán, y la apuesta alemana para los Oscar de este año, la cinta es una claustrofóbica historia rodada casi enteramente dentro del centro escolar, con una cámara en constante movimiento que produce el vértigo y el ahogo que requería, y que logra con acierto mostrar dentro de las aulas, como en un laboratorio, lo que sucede fuera de ellas, en el mundo real: los prejuicios raciales, la importancia y la dictadura que ejercen las redes sociales, la injusticia, la censura, la vulnerabilidad y el acoso.

Es un buen film, estupendamente rodado e interpretado. El espectador se sumerje en todo este drama que ocurre en este colegio que se convierten en un infierno. Quizá no sea una gran cinta, pero logra lo que se propone con total solvencia, haciendo que se reflexione sobre el mundo en el que vivimos.




Mamacruz: El sexo en la tercera edad

Fuera de concurso, se proyectó Mamacruz, una producción española protagonizada por Kiti Mánver, esta estupenda actriz que recibirá el miércoles la Espiga de Honor por toda su carrera. Fue la película más divertida de la jornada en la Sección Oficial. Agradable, llena de ternura y con momentos hilarantes, el tercer film de la directora venezolana Patricia Ortega (1977) es una apuesta que hace pasar un rato muy divertido y que además trata un tema muy interesante y poco tratado y que no es otro que el de la sexualidad en la última etapa de la vida. 

En esta sociedad en el que se apartan a los mayores y en la que no se tiene en cuenta su vida sexual porque se cree inexistente, acierta la directora al ofrecer un acercamiento al deseo en estos años finales. Cruz es una abuela devota en sus creencias religiosas, que lleva una vida anodina y gris, cuidando a un marido ausente sentado todo el día en el sofá y de un nieto al que su hija le ha dejado para cumplir su sueño de ser actriz en el extranjero. Todo cambiará cuando, una noche navegando por Internet, encontrará por error, o por casualidad, una web para adultos, y el deseo, que parecía ya apagado y olvidado, volverá a su vida para disfrutar de su cuerpo tras tantos años sin sentir un orgasmo. 

Una película deliciosa, humilde, que tuvo su preestreno en el festival de Sundance, repleta de buenas intenciones y humor descacharrante, con destacables interpreaciones y que merece la pena ver. Logra lo que se propone, y deja un buen sabor de boca; se sale de la sala con una sonrisa. ¿Qué más se puede pedir? Se estrena en las salas españolas este viernes 27 de octubre.




The Beast: La Inteligencia artificial en un futuro cercano  

La última cinta a competeción del día, The Beast, dirigida por el director francés de larga trayectoria Bertrand Bonello (1968) es una propuesta de ciencia ficción en la que la inteligencia artificial domina nuestro mundo, un mundo donde las emociones humanas se han convertido en un peligro y una amenaza. Ambientada en 1910, 2014 y 2044, narra la historia de Gabrielle que decide purificar su ADN para deshacerse de sus propias emociones, retornando a existencias pasadas. Y allí se encontrará con Louis, el amor de su vida.

146 minutos para una cinta que no logra lo que se propone, y que no es otra cosa que narrar un relato íntimo en un mundo controlado por las máquinas. No consigue el director insuflarle el peso y la profundidad necesaria a una historia que, a priori, puede dar mucho más. Se vuelve lenta y hasta confusa, y el desinterés nace muy pronto. Ciencia ficción aburrida que no consigue que se reflexione sobre la IA y sobre nuestro futuro cercano. 

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