IMPOSIBILIDAD DE CAMUFLAJE. Temas Tabú

 


                  Temas Tabú


                             Por Jorge Alonso Curiel

                                                         

Entiendo que este tema no deja de ser difícil, polémico y controvertido. El asunto es muy triste y doloroso, y los familiares y amigos de quienes cometen este acto, viven un verdadero infierno. Me refiero a lo que deciden algunas personas cuando no tienen más fuerzas para seguir adelante, o una niebla funesta les ciega la mirada y no quieren seguir avanzando en el camino de la vida. Me refiero a la dura determinación del dejar este mundo por decisión propia, de acabar con el sufrimiento de una manera tajante, y de llevarlo a cabo. Porque la persona que decide acabar con su existencia –que es al final lo único que poseemos de verdad– sufre, está instalada en un dolor continuo y amargo; eso no hay que olvidarlo nunca. Y quiero hablar del suicidio porque, recientemente, alguien conocido y cercano tomó esta decisión en plena juventud. Y todo lo que ha generado después, me ha hecho reflexionar sobre algunos aspectos.

Nunca es grato para nadie enterarse, ya digo, de que un ser que conocías, con el que has compartido vivencias, se haya atrevido a hacer una cosa así. El impacto es brutal, la conmoción no te abandona en muchos días... Pero siguen ocurriendo unos hechos a raíz de esta clase de muerte que un servidor no acaba de entender. El primero es la incomprensión, la poca educación, la escasa civilización, la falta de tacto de muchas personas. Enseguida aparecen voces acusatorias hacia el fallecido tildándole de cobarde, egoísta, egocéntrico y demás adjetivos que no vienen ya al caso, que son injustos. Qué fácil es culpar. Qué fácil es hablar... 

Parece que el suicidio sigue estando mal visto, como si continuase siendo un pecado en una sociedad supuestamente libre y laica. Acarrea una visión muy negativa, ya sea por los vestigios de los dogmas cristianos que lo calificaban y califican como "el pecado de los pecados", ya que según esta fe tu vida no te pertenece por ser un regalo de Dios; o ya sea porque no coincide con la imagen saludable, consumista y de disfrute que proyecta este primer mundo desarrollado y materialista que esconde en los armarios todo lo que no sea idea y reflejo de lucha, éxito, belleza, sonrisas y triunfo; todo aquello que no le conviene.

Ocultar el suicidio

En segundo lugar, me sorprende la actitud del Estado y la actitud también de los medios de comunicación. Todo periódico, televisión, radio, etc. tienen prohibido –en una ley no escrita– publicar que una persona ha puesto fin ella misma a su vida. Esto me parece increíble. El argumento que esgrimen es que el suicidio es contagioso y que puede lograr que otras muchas personas elijan ese camino y se produzca una verdadera alarma social. Esto no es más que otra muestra de una sociedad inmadura y de un Poder temeroso y controlador que sigue ocultando ciertos asuntos a sus ciudadanos, cosa que no sorprende porque esto no ha dejado nunca de suceder, por mucha democracia que exista y mucha libertad de expresión que tengamos. Hasta que el Estado, y por tanto la sociedad, no traten con el mismo respeto, libertad y sin complejos temas como el suicidio y la muerte, esta sociedad no acabará de ser un proyecto ni de ser totalmente libre. 

A estos temas se les tiene pavor y no interesan desde ningún punto de vista, y se esconden en los cajones más inaccesibles, porque parece que la muerte no existe, y esto es síntoma de una infantilización total de la sociedad, en un mundo neurótico en el que nos hacen creer que vamos a vivir para siempre, que somos eternos. Y eso no es verdad. Son temas tabú, y no se dan cuenta de que la muerte está dentro de la vida, de que son inseparables, y que el viaje al otro lado puede ocurrir en cualquier momento porque somos frágiles y no tenemos el don de la inmortalidad. Hasta que no haya una normalización de este asunto, un tratamiento más natural de la muerte, el conflicto con este tránsito hacia lo desconocido será interminable y traumático y nunca estaremos preparados.

La primera causa de muerte en España

Es obvio, y comprendo, que el suicidio no es un plato agradable y que el daño que causa es inmenso, provocando incluso el sentimiento de culpa en los seres queridos. Pero no puede seguir siendo un tema tan innombrable. Lejos de pasadas normativas religiosas y enseñanzas tradicionales, en una sociedad laica, madura y segura de sí misma, todos los asuntos merecen un respeto, un espacio de reflexión y una exposición de las conclusiones. Una reflexión necesaria y obligatoria que debería hacer el Estado, intentando entender las razones de los suicidios de sus ciudadanos en el supuesto primer y mejor de los mundos, e intentar entender por qué es la primera razón de muerte superando al cáncer y al sida, ya que, en España, por ejemplo, se suicidan de 10 a 20 personas a diario, y además muchas otras lo intentan.

Pero esto, cómo no, también se oculta; el suicidio parece que no existe, no se le da la importancia que tiene, porque vivimos en un supuesto paraíso, o hacernos creer que es así. Un paraíso en el que no existe el dolor ni el desencanto, en el que la alegría campa a sus anchas y todos somos felices para siempre. ¿O será que eso es lo que quieren, que seamos unos meros consumidores de sonrisa satisfecha? ¿Que no nos preguntemos por nada más, que ningún asunto nos distraiga de la producción y luego del consumo, como meros robots? 


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