Crítica de “Almas en pena en Inisherin”, de Martin McDonagh: El arma cargada de la amistad
La
amistad es algo fundamental en nuestras vidas; son la familia que nosotros elegimos. Somos seres sociales y necesitamos de los demás, querámoslo o no. Sobre este tema, y
en concreto sobre la soledad y las consecuencias de la pérdida de la amistad, trata la cuarta
cinta del británico, con raíces irlandesas, Martin McDonagh (Londres, 1970), director de las
estupendas Escondidos en Brujas (2008) y de Tres Anuncios a las afueras
(2017), y de la tan no menos lograda e histérica Siete psicópatas (2012).
Almas
en pena en Inisherin es una de las cintas del año, con nueve
nominaciones a los Oscar (la segunda en número de candidaturas tras las once de Todos a la vez en todas partes, incluyendo Mejor Película, Mejor Director, Actor
Principal y Secundario) cuya gala tendrá lugar el próximo 12 de marzo en Los Ángeles. Ya ha obtenido
el premio al Mejor Guion (escrito por el propio McDonagh) en el pasado Festival
de Venecia y tres Globos de Oro
en la reciente 80 Edición (Mejor Cinta de Comedia, Mejor Actor Principal para Colin Farrell y Mejor Guion original).
La
película está ambientada en una preciosa y entrañable isla frente a la costa
occidental de Irlanda, durante la Guerra Civil, en la segunda década del pasado
siglo. Narra la historia de dos amigos de toda la vida, un violinista (Brendan Gleeson) obsesionado con su
vocación y que aspira a cambiar la historia de la música, y Pádriac, un hombre
vulgar, sin demasiadas inquietudes, encarnado por Colin Farrell. Se han hecho compañía durante muchos años, han sido
uña y carne, pero un día, el violinista toma la decisión de romper la amistad
sin que hubiera ocurrido ningún hecho en especial. Y esta decisión será el
inicio de una espiral de sucesos que nunca se imaginaron.
Y es
que Almas
en pena en Inisherin, aunque comienza como una comedia costumbrista y
liviana, agradable, con ese humor tan particular e irlandés del cine de este
director, se va convirtiendo en un drama con tintes tenebrosos, o incluso en
una tragedia, de alto voltaje, en una pesadilla de terror devastadora llena de oscuridad y
desasosiego, aunque nunca abandona ese humor tan particular,
y que es una seña de identidad de este autor.
La cinta posee un estupendo guion y unas interpretaciones sobresalientes, en estado de gracia, de estos dos actores que ya protagonizaron su estupenda ópera prima Escondidos en Brujas, como del resto del reparto. Se nota una vez más la importancia que concede el director al texto (es un gran escritor), a los personajes y a los actores, y que recuerda sus inicios como dramaturgo, en los que triunfó en los escenarios británicos con varias obras ambientadas en Galway y en las islas de Aran. También Almas en pena en Inisherin podría tener una adaptación teatral, aunque se perdería la fuerza del paisaje, que impacta y por momentos sobrecoge.
McDonagh ha realizado una gran cinta. Confirma con esta comedia dramática demoledora, que reflexiona sobre la complejidad de las relaciones personales y de la naturaleza humana, que es uno de los cineastas más interesantes e importantes del panorana cinematográfico internacional. Es un director lento, que no tiene prisa, y que tiene mucho respeto a los espectadores, estrenando obras muy pensadas y con un claro sello de autor que no le aparta tampoco del gran público.
No se pierdan esta cinta de aparente liviandad, que consigue ser profunda y emocionante. Toda una experiencia.
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