FONDO DE ARMARIO. "La niña de luto", de Manuel Summers

 

FONDO DE ARMARIO. RESCATE DE PELÍCULAS MARAVILLOSAS 

La niña de luto, de Manuel Summers: el duelo eterno en una España detenida en el tiempo 

Manuel Summers rodó en 1964 una de las obras más delicadas, tiernas y críticas del cine español. Una historia mínima que retrata con humor y delicadeza la rigidez moral en la España rural 

 

Si las obras de los autores son un reflejo de su personalidad, de su mirada y de sus intereses, en el cineasta, guionista, humorista, productor y dibujante Manuel Summers (Sevilla, 1935-Madrid, 1993) no admite dudas, ya que en sus películas se descubren sin ningún esfuerzo. Sobre todo en las más personales como Del Rosa al amarillo (su ópera prima que en 1963 le hizo ganar la Concha de Plata como Mejor Director en el Festival de San Sebastián), Adiós, cigüeña, adiós (1971), Ángeles Gordos (1982), Juguetes rotos (1966) o Me hace falta un bigote (1986) se encuentran la ternura, la emoción, la sencillez y cercanía, el humor negro, la ironía, la crítica, la inocencia, la bondad, la compasión, la humanidad y la libertad que le caracterizaban como persona y que le han convertido en uno de los más grandes cineastas españoles de todos los tiempos. 

Todo esto también se encuentra en otra de sus grandes películas, en una cinta redonda titulada La niña de luto que dirigió en 1964 y que fue su segundo filme. Tan divertida como triste, tan reflexiva y crítica como liviana, se trata de su particular visión del duelo en los años 60, su personal Casa de Bernarda Alba, en una España bajo la dictadura de Franco, aún anclada en retrógradas costumbres, que se iba abriendo con paso lento a Europa y al mundo. 




Sinopsis de La niña de luto

Cuenta la historia de Rocío (interpretada por María José Alfonso), hija de una humilde familia andaluza, que rompe en alegría al llegar el final del año de luto que ha guardado junto a su familia encerrada en casa, en penumbra, por la muerte de su abuela. De esta manera, podrá casarse con su novio Rafael (Alfredo Landa), ya que tuvo que aplazar la boda por el fallecimiento. Pero al día siguiente, su abuelo se empacha en un bautizo y muere de una indigestión. De nuevo, Rocío tiene que guardar luto: encerrarse en casa, bajar las persianas, vivir en silencio y aplazar la boda con el amor de su vida... 

Cuando el cine español luchaba por abrir un resquicio de libertad entre la censura y el costumbrismo, Manuel Summers sorprendió con esta película que parecía pequeña e intranscendente, un simple enredo romántico con final feliz, pero que se convierte en una metáfora llena de mensaje, crítica y profundidad sobre un país detenido en el tiempo. Bajo esa apariencia de sencilla comedia rural, con el humor como instrumento para envolver un retrato desolador y una seria reflexión, Summers logró un retrato social lúcido y preocupante de la sociedad rural española de aquellos años. Una fábula sobre el peso de las tradiciones, la hipocresía y la dignidad de quienes vivían en silencio bajo normas convertidas en auténticas losas que no habían elegido. “Summers retrató la España del silencio con una sonrisa triste”, escribió años después el historiador de cine y escritor catalán Román Gubern. 




Pero Summers no filma un panfleto, sino que denuncia sin estridencias. En sus planos lentos, en sus silencios prolongados, con su encantador humor se percibe una crítica más eficaz que cualquier grito. La represión se insinúa en la cotidianidad, en las risas contenidas, en el miedo creado por la tradición y las normas. 

Rodada en Moguer, Huelva, pueblo del poeta Juan Ramón Jiménez, La niña de luto respira autenticidad, verdad, vida; y muestra unos personajes (actores profesionales y vecinos) que sobreviven encorsetados en una sociedad reprimida por el poder y la tradición. “Es una película humilde, pero llena de alma”, afirmó Summers en una entrevista en 1965, y acierta de lleno al intentar explicar esta cinta neorrealista pero marcada con su sello personal de poesía, crítica, cariño y compasión, y donde el humor es otro de los asuntos importantes; un humor suave, cotidiano, muy agradable y divertido, que brota de las situaciones absurdas, y que se convierte en el medio perfecto para sobrellevar el drama y para tratar temas más dolorosos. El espectador sonríe ante lo que ocurre, pero nunca desde la burla. 

Alfredo Landa 

Décadas antes de ser icono del llamado landismo, Alfredo Landa mostró en esta película el rostro de un actor sensible, contenido y sincero. Su personaje no es el macho ibérico de las comedias posteriores, sino un hombre común, bueno, torpe, puro, sobrepasado por las circunstancias. Landa logra conmover con una mezcla de humor y tristeza que anticipa al gran actor dramático en el que se convertiría en los años ochenta. 




A su lado, María José Alfonso brilla con una interpretación natural y contenida. Encarna la inocencia y la sumisión, pero también la dignidad silenciosa de una generación de mujeres atrapadas en unas normas caducas. 

Problemas con la censura 

La niña de luto consiguió estrenarse en España, pero fue sometida a recortes por la censura, ya que consideró que mostraba una imagen “poco alegre” del país. Se presentó en el Festival de Cannes de 1964, donde obtuvo una acogida cálida por parte de la crítica internacional por su honestidad y delicadeza. En Francia se la comparó con las obras del neorrealismo por su mirada humana y sincera. En España, sin embargo, fue recibida con cierta frialdad por parte del público, convirtiéndose con el tiempo en un filme de culto, valorado como un retrato fiel de la época desde lo más cotidiano y desde la compasión. 

Por todo ello, merece la pena acercarse a esta obra de uno de los directores más personales del cine español. A rescatarla del fondo del armario para descubrirla o para revisitarla y comprobar la grandeza de este cineasta tan lleno de humanidad, de buen corazón, en el que también brillaba la crítica, el humor y la libertad creativa. 


El cineasta Manuel Summers

 

Ficha técnica 

Título: La Niña de luto. 
Director: Manuel Summers. 
Año: 1964. 
Guion: Manuel Summers. 
Fotografía: Juan Julio Baena. 
Intérpretes: Alfredo Landa, María José Alfonso, María Luisa Ponte, José Orjas, Luis Sánchez Polack “Tip”. 
Duración: 89 minutos. 
Rodaje: Cantillana y Brenes (Sevilla). 
Estreno: Festival de Cannes, 1964. 
Productora: Pedro Masó Producciones. 


Otras películas en Fondo de Armario:


A las nueve cada noche, de Jack Clayton:

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¿Qué?, de Roman Polanski:

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Dejad paso al Mañana, de Leo McCarey:

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