Halloween: un origen celta con profundas raíces también en España


Halloween: un origen celta con profundas raíces también en España
 

 

Aunque hoy Halloween suele considerarse una fiesta importada de Estados Unidos, su origen se remonta a la antigua Europa celta, un territorio que incluyó zonas del norte de España. Las tradiciones españolas del 1 y 2 de noviembre comparten la misma raíz que dio forma a esta celebración, lo que demuestra que no nos es tan ajena como parece 

 

Halloween, celebrado cada 31 de octubre, es una festividad que hoy asociamos con disfraces, calabazas iluminadas y niños pidiendo caramelos, pero sus raíces son mucho más antiguas y profundas. Su origen se encuentra en la fiesta celta de Samhain, un ritual que marcaba el final de la cosecha y el comienzo del invierno. Para los pueblos celtas, que ocuparon territorios de Irlanda, Escocia y Gales, pero también zonas del norte de España como Galicia, Asturias o Cantabria, Samhain era una noche especial en la que el mundo de los vivos y el de los muertos se volvía permeable. Se encendían hogueras, se dejaban ofrendas y se utilizaban máscaras para ahuyentar o confundir a los espíritus. 

Con la expansión del cristianismo, la Iglesia adaptó estas celebraciones paganas e instauró el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre y el Día de los Difuntos el 2. España adoptó rápidamente estas festividades, integrándolas en su vida cultural. De hecho, muchas tradiciones españolas actuales que se celebran en estas fechas tienen una clara resonancia con las antiguas costumbres celtas: visitas a cementerios, rezos por las almas, obras teatrales como Don Juan Tenorio, o festividades populares como la Castanyada catalana, los Tosantos de Cádiz o la Fiesta de las Ánimas en Castilla y León. Todas ellas expresan el mismo vínculo simbólico entre finales de octubre y el mundo de los muertos. 

Conexión con Galicia 

En el caso concreto de Galicia, la conexión con las raíces celtas es especialmente evidente. Allí se conserva la figura de la Santa Compaña, una procesión nocturna de almas, y existe documentación del siglo XIX que muestra el uso de calabazas vaciadas y alumbradas, muy similares a las actuales jack-o’-lanterns. En los últimos años se ha recuperado incluso la celebración del Samaín, reivindicando la herencia céltica gallega. Esto demuestra que muchos elementos que hoy asociamos a Halloween no son tan ajenos a la tradición española como suele pensarse. 

El Halloween moderno, tal como lo conocemos, llegó a España desde Estados Unidos en el siglo XX, especialmente a través del cine, la televisión y la influencia cultural global. Lo que volvió desde allí fue una versión comercial y festiva de la antigua celebración: disfraces, decoración temática, calabazas talladas y fiestas infantiles. Sin embargo, aunque esta llegada pueda parecer una importación reciente, sus raíces remotas están conectadas con tradiciones que ya existían en la Península. 

Por eso, más que una fiesta completamente extranjera, Halloween puede entenderse como el resultado de la evolución de antiguas costumbres europeas que España también compartió. La mezcla de influencias celtas, cristianas y modernas ha dado lugar a una celebración que, aun con formas distintas, tiene un trasfondo que ha estado presente en la cultura española durante siglos. 

 

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